Cientos de miles de personas se manifiestan en Pakistán contra la guerra.

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EE UU multiplica sus esfuerzos para ganar la carrera diplomática en la que se ha convertido la crisis iraquí y ha advertido de las «graves consecuencias» que acarrearía un veto de Francia en la ONU a su propuesta para usar la fuerza si Irak no se desarma. Los «pesos pesados» del Gobierno, como el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, y la asesora de Seguridad Nacional, Condoleeza Rice, reiteraron ayer su convencimiento de que lograrán el apoyo del Consejo de Seguridad pero no descartaron un veto francés.

Estados Unidos, España y el Reino Unido han propuesto ante el Consejo una resolución que autoriza el uso de la fuerza contra Irak si este país no demuestra que se ha deshecho de sus armas de destrucción masiva antes del 17 de marzo. Para aprobar la resolución son necesarios nueve votos a favor y ningún veto de los miembros permanentes.

En declaraciones a la cadena NBC, Powell se declaró «animado por las conversaciones que he tenido con varios miembros del Consejo» en los últimos días, pero reconoció que hay «algunos miembros del Consejo, miembros permanentes, que están firmemente en contra». «Creo que podremos obtener los nueve o diez votos necesarios para lograr la aprobación de la resolución, y veremos si alguien decide vetarla», agregó.

Hasta el momento, sólo Bulgaria ha declarado su apoyo expreso al proyecto de resolución, mientras que Alemania, Siria, Francia, China y Rusia -estos tres últimos con derecho de veto- han reiterado su oposición. Tanto el «frente del rechazo» -con Francia a la cabeza- como EEUU se encuentran inmersos en una campaña desesperada por tratar de hacerse con los votos de los países indecisos (México, Chile, Pakistán, Guinea, Camerún y Angola) en la votación que Washington quiere plantear esta semana.