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El Consejo de Seguridad, tras una intensa semana de búsqueda de soluciones para la crisis de Irak, ha optado por congelar las negociaciones hasta conocer el resultado de la cumbre trilateral que se celebra hoy en las islas Azores.

La comunidad internacional tiene puesta la atención en este encuentro, en el que participarán los mandatarios estadounidense, George W. Bush, británico, Tony Blair, y español, José María Aznar, ante la expectativa de que allí se decida el desenlace de la crisis.

El ministro de Exteriores británico, Jack Straw, afirmó ayer que una guerra contra Irak liderada por Estados Unidos es ahora «mucho más probable». Straw aseguró que «aún se trabaja por hallar una salida diplomática», pero recalcó que «el tiempo se acaba».

El presidente de EE UU, George W. Bush, consideró que ha llegado el momento «crucial» de afrontar la crisis de Irak y de que la comunidad internacional «demuestre con hechos» su compromiso con la libertad y la seguridad.

Bush se dirigió a la nación en su habitual discurso radiofónico de los sábados para advertir de que «nos esperan días cruciales» y de que su Gobierno hará lo que esté en su mano para obligar al régimen de Sadam Husein a desarmarse, incluso por la fuerza.

«En lo que respecta al Gobierno de EE UU y la coalición que lideramos, no existe ninguna duda. Haremos frente a un peligro creciente para protegernos y eliminar a un patrocinador y protector del terrorismo, y para mantener la paz en el mundo», dijo.

En España, la ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, advirtió de que renunciar a presentar la segunda resolución sobre Irak representaría la constatación de una «quiebra profunda» en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Palacio consideró «lógico» que los tres países proponentes de una nueva resolución, EE UU, Reino Unido y España, se reúnan mañana en Azores para solventar una situación muy «lábil» provocada por la decisión de «algunos estados miembros» de anunciar su veto «en cualquier caso», sin esperar a disponer de «un texto definitivo».