Quedó claro que basta con pocas personas para causar importantes
daños, como los que sufrieron los comercios ubicados en las
principales calles de Ginebra (Suiza), numerosos edificios y
estaciones de gasolina que se encontraban en el trayecto de la
multitudinaria manifestación.
El grupo de jóvenes violentos -autodenominados «Black Block»
(Bloque Negro)- se unió a la marcha y se separaba de la compacta
masa humana sólo para cometer sus fechorías. Los «Black Block»,
hombres y mujeres muy jóvenes, se amparaban en el anonimato que les
aseguraban los pasamontañas con los que se cubrían el rostro.
A su retorno a Ginebra, tras el final de la manifestación, los
ataques a comercios continuaron y, en medio del caos que reinaba
por momentos, cada vez era más difícil distinguir entre los grupos
violentos, manifestantes antiglobalización y simples curiosos.
La policía utilizó gases lacrimógenos y balas de caucho para
dispersar a la muchedumbre y detuvo un gran número de personas en
un campamento de Lausana lleno de activistas. Un ciudadano inglés
residente en Barcelona resultó gravemente herido al caer al vacío
desde un puente encima de la autopista entre Lausana y Ginebra. El
hombre, de 39 años, estaba colgado del puente cuando un policía
suizo cortó la cuerda de la que pendía.
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