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EFE-GINEBRA
La principal manifestación contra la cumbre del G-8, cuyo punto culminante fue el encuentro ayer de unas 60.000 personas en un cruce de la frontera suizo-francesa, estuvo marcada por el pacifismo, aunque la violencia perpetrada por un grupo de jóvenes ensombreció el balance final de la protesta.

Quedó claro que basta con pocas personas para causar importantes daños, como los que sufrieron los comercios ubicados en las principales calles de Ginebra (Suiza), numerosos edificios y estaciones de gasolina que se encontraban en el trayecto de la multitudinaria manifestación.

El grupo de jóvenes violentos -autodenominados «Black Block» (Bloque Negro)- se unió a la marcha y se separaba de la compacta masa humana sólo para cometer sus fechorías. Los «Black Block», hombres y mujeres muy jóvenes, se amparaban en el anonimato que les aseguraban los pasamontañas con los que se cubrían el rostro.

A su retorno a Ginebra, tras el final de la manifestación, los ataques a comercios continuaron y, en medio del caos que reinaba por momentos, cada vez era más difícil distinguir entre los grupos violentos, manifestantes antiglobalización y simples curiosos.

La policía utilizó gases lacrimógenos y balas de caucho para dispersar a la muchedumbre y detuvo un gran número de personas en un campamento de Lausana lleno de activistas. Un ciudadano inglés residente en Barcelona resultó gravemente herido al caer al vacío desde un puente encima de la autopista entre Lausana y Ginebra. El hombre, de 39 años, estaba colgado del puente cuando un policía suizo cortó la cuerda de la que pendía.