Otros 62 soldados murieron en enfrentamientos armados y 76 en
situaciones no hostiles desde que Bush, en una espectacular
presentación desde el portaaviones Lincoln, afirmó que había
concluido la fase de combates en el país árabe.
El alto número de víctimas en la posguerra, según el Post,
«refleja un cambio en los retos que tiene por delante EE UU».
La cifra de 139 soldados muertos desde el 1 de mayo «al realzar
el creciente número de bajas deja en claro el reto político que
enfrenta el gobierno de Bush para sostener un esfuerzo de
reconstrucción que, claramente, cuesta más vidas estadounidenses
que lo que costó la guerra».
El Pentágono había esperado que, una vez desmantelado el régimen
de Sadam, disminuiría la resistencia, podría reducirse la presencia
militar estadounidense, y en las tareas de reconstrucción económica
y reorganización política tendrían mayor papel los iraquíes mismos
y otras naciones.
En cambio la resistencia se ha hecho más fuerte, la
reconstrucción económica enfrenta serios tropiezos y se han
exacerbado los conflictos entre diferentes segmentos de la sociedad
iraquí.
Ayer falleció otro soldado y otros dos resultaron heridos al ser
atacado el vehículo militar en el que viajaban cerca de la
localidad de Habbaniya, al oeste de Bagdad.
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