Los seguidores del clérigo radical chií Muqtada al Sadr mantuvieron
ayer abierto su enfrentamiento con las tropas de la Coalición en
varias ciudades de Irak, donde más de 100 iraquíes y 20 soldados
han perdido la vida en los últimos tres días. Las tropas de
ocupación han impuesto dos cercos: uno en Faluya, en busca de los
asesinos de cuatro civiles estadounidenses, y otro en Kufa, para
detener al clérigo radical Muqtada al Sadr, agitador de la revuelta
iraquí, que ha logrado burlar el asedio y escapar para
atrincherarse a la vecina Nayaf, controlada por las tropas
españolas en Irak.
Los combates entre unidades militares de EEUU e insurgentes
iraquíes se desarrollan en casi todo el país, pero con más
intensidad en el llamado «triángulo suní», especialmente en la
conflictiva ciudad de Faluya. Esta situación, que según varios
analistas puede agravarse aún más en los próximos días, llevó al
Consejo de Gobierno (CG) interino a romper su silencio e iniciar
contactos con los líderes chiíes en un intento de evitar que la
violencia retrase el traspaso del poder, previsto para el 30 de
junio.
El administrador civil de Irak, el estadounidense Paul Bremer,
negó ayer que los graves enfrentamientos que siguen produciéndose
en el país sean una insurrección chií y acusó a la milicia de
Muqtada de querer hacerse con el poder. «Es obra de una milicia que
está fuera de la ley. Vamos a ocuparnos de ellos», dijo Bremer,
mientras reiteraba que, a pesar de la ola de violencia que se vive
en Irak, Washington está preparado para entregar el control del
país a los iraquíes el 30 de junio. Esta afirmación la corroboraron
tanto el primer ministro británico, Tony Blair, como el secretario
de Defensa de EEUU, Donald Rumsfeld.
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