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EFE-CASABLANCA
Marruecos conmemoró ayer el primer aniversario de los atentados de Casablanca, que pusieron al descubierto el calado del extremismo islamista en un país que se vanagloriaba de ser un oasis de paz en medio de un mundo musulmán estremecido por la violencia terrorista.

A las doce del mediodía, los marroquíes guardaron un minuto de silencio en memoria de las víctimas en unas calles engalanadas con incontables banderas marroquíes al haber sido declarado el 16 de mayo «Jornada de la bandera nacional para el recuerdo y por la vida».

El 16 de mayo de 2003, los cinco atentados casi simultáneos que fueron cometidos a primeras horas de la noche por terroristas suicidas marroquíes en otros tantos puntos de Casablanca, causaron 45 muertos -entre ellos cuatro españoles-, entre ellos doce kamikazes, y más de un centenar de heridos.

La Asociación de las víctimas de los atentados organizó un «cuscús popular» en el barrio de chabolas de Si Mumen, del que procedían la mayoría de los suicidas que se inmolaron en los atentados.

Una manifestación silenciosa recorrió los lugares en los que se produjeron los atentados y se depositaron coronas de flores ante el monumento en el que figuran los nombres de las víctimas.

La detención de dos terroristas que no llegaron a hacerse explotar aceleró la investigación sobre los autores de la masacre. En el año que ha transcurrido desde los atentados, más de dos mil personas han sido detenidas en Marruecos durante la lucha contra los grupos extremistas islámicos.