Tras un fin de semana de virulentos intercambios verbales y
acusaciones, Ariel Sharón amenazó ayer con destituir a aquellos
ministros que no respalden su plan. El plan de evacuación de Gaza
que Sharón presentó ayer a su Gobierno ha hecho aflorar las
rivalidades políticas dentro del Likud y ha desatado la crisis de
gobierno más grave en Israel desde las elecciones de enero de
2003.
La frustración de Sharón durante las ocho horas de reunión
ministerial fue notable, y en ella usó toda la munición disponible
para persuadir a sus subordinados, desde las destituciones hasta
las presiones internacionales.
«Estoy comprometido a conseguir la aprobación de este plan
incluso si me veo obligado a alterar la composición de mi Gobierno
o adoptar medidas políticas sin precedentes», afirmó un tajante
primer ministro.
Allí se discutió ayer por primera vez la iniciativa de
evacuación de Gaza y cuatro pequeños asentamientos en el extremo
norte de Cisjordania en un proceso de cuatro etapas, aunque Sharón
no pidió su aprobación para la primera de ellas por no tener aún la
mayoría y lo aplaza una semana.
Se trata del mismo plan que los militantes del rechazaron el
pasado día 2 en un referendo interno, proceso que Sharón calificó
ayer de «un grave error». Un error que Netanyahu y los ministros
más duros del Likud están aprovechando desde entonces para
acuartelarse, y argumentan que no aprobarán una iniciativa que sus
votantes más directos han rechazado.
Recordó que Israel ha asumido compromisos internacionales y que
el inmovilismo diplomático del último año se convertirá
eventualmente en un cuchillo de doble filo que conducirá a la
anulación de las garantías que EEUU le dio el mes pasado.
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