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SERGIO IMBERT-MOSCÚ
La oleada de ataques guerrilleros que sacudió en la madrugada de la República Ingush y dejó casi un centenar de muertos ha puesto en evidencia la falta de control del Kremlin en el Cáucaso Norte. Aunque el Kremlin se empeña en dar por terminada la guerra de Chechenia, varios centenares de guerrilleros chechenes lanzaron un ataque contra la capital y otras dos localidades de la vecina Ingushetia, donde durante toda la noche tuvieron lugar cruentos combates.

Poco antes de la medianoche de ayer, los guerrilleros chechenes atacaron simultáneamente el Ministerio del Interior, sus almacenes y los cuarteles de los guardias fronterizos en Nazrán. Casi a esa misma hora, otros grupos de separatistas irrumpieron en las localidades de Sleptsóvskaya y Karabulak, donde también entablaron combates, y tomaron varios puestos de control en la estratégica carretera federal Rostov-Bakú, que atraviesa el Cáucaso.

Contradictorios comunicados oficiales difundidos por las agencias rusas indicaron que los ataques causaron entre 57 y 75 muertos, incluidos 47 efectivos militares, de la Policía y de la guardia de fronteras, y más de 60 heridos, 13 de ellos muy graves, mientras los rebeldes perdieron a dos hombres.

Según las fuerzas del orden, parte de los guerrilleros se había infiltrado previamente en las ciudades ingushes y concentrado junto a los objetivos, que asaltaron tras cortarles la luz y la comunicación telefónica, y posteriormente incendiaron. De acuerdo con los testigos, los combates en Nazrán continuaron durante cinco horas con empleo de ametralladoras, lanzagranadas, carros de combate, helicópteros artillados y hasta lanzaderas múltiples de cohetes Grad.