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JOSÉ SEAGE
La violencia en Irak se cobró ayer la vida de ocho iraquíes y de un soldado estadounidense, cuyo Ejército supera ya el millar de bajas, mientras las ONG han anunciado su intención de abandonar el país tras el secuestro de dos cooperantes italianas.

En mayo de 2003, el presidente de EEUU, George W. Bush, declaró el fin de la guerra contra el país, y desde entonces, cerca de 800 militares han perdido la vida en operaciones de combate.

En la ciudad rebelde de Faluya, al menos seis iraquíes murieron y otros 24 resultaron heridos en bombardeos aéreos estadounidenses contra supuestos escondites de insurgentes iraquíes, informaron fuentes médicas. Según el relato de los testigos, fuertes explosiones se escucharon esta mañana en varios puntos de la conflictiva ciudad, ubicada a unos 50 kilómetros al oeste de Bagdad.

En Bagdad, un soldado norteamericano murió y otros dos resultaron heridos a primera hora de la tarde a causa de la explosión de una bomba de fabricación casera en el suburbio chií de Ciudad Sader, al este de la capital. Con esa muerte el número de norteamericanos muertos supera el millar, tres de ellos civiles, en acciones de combate desde el inicio e la invasión de Irak en marzo de 2003.

Por otra parte, el secuestro de dos cooperantes italianas ha causado un negativo efecto en la mayoría de las organizaciones humanitarias que trabajan en Irak, que ayer anunciaron su intención de abandonar este país. Un cooperante español que por motivos de seguridad prefirió no identificarse, confirmó en Bagdad que «después de los sucedido el martes» ya se ha dispuesto todo para cerrar el proyecto y salir de territorio iraquí «en días, lo más pronto posible». El coordinador general de las ONG en Bagdad, Jean-Dominique Bunel, afirmó ayer que la mayoría de las organizaciones internacionales han decidido adoptar la misma medida.