En lo que algunos han interpretado como una venganza de la
periodista, que había decidido terminar definitivamente con su
relación extraconyugal, la prensa británica recibió diversas
filtraciones según las cuales el ministro había acelerado los
trámites de concesión de visado de residencia para la niñera.
Blunkett, de 57 años, presentó ayer su dimisión a raíz del
último episodio del folletín que venía protagonizando desde hace
semanas por su relación de tres años con una mujer casada, Kimberly
Quinn, directora de la revista conservadora «The Spectator», que
terminó en una batalla personal a través de la prensa.
Blunkett, ciego de nacimiento, que venía luchando para lograr
que se reconociera su paternidad del hijo de dos años de la
periodista así como de otro que espera, se encontró de pronto en
medio de una tormenta política por las acusaciones de que había
abusado de su posición para hacerle favores laborales a la niñera
filipina de su ex amante.
En una última vuelta de tornillo, ayer se informó de que
Blunkett había intervenido también supuestamente para conseguirle a
la filipina un segundo visado, esta vez para Austria, algo que el
ministro se apresuró también a desmentir. Anoche, Blunkett se
limitó a decir: «No hice nada incorrecto».
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