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Al menos 47 iraquíes murieron ayer en tres atentados suicidas en Bagdad y Kirkuk, mientras el presidente de Irak, Yalal Talabani, pedía que los ministros de Interior árabes se reúnan para adoptar medidas conjuntas contra el terrorismo. El ataque más sangriento ocurrió poco después de las 8.30 hora local y tuvo como blanco un centro de reclutamiento del Ejército iraquí en la zona de Al Muzanna, en el oeste de la capital, donde 22 personas perdieron la vida y más de 40 resultaron heridas.

Fuentes del hospital de Al Yarmuk, en el oeste de Bagdad, afirmaron que el centro sanitario había recibido ya 18 cadáveres, así como 43 heridos de diversa consideración, y aseguraron que al menos doce de éstos están graves. Se trata del ataque más mortífero en la capital iraquí desde el que el 2 de julio segó la vida de 19 iraquíes en un centro de reclutamiento de la Policía, en el barrio de Al Qadiseya (oeste).

Según fuentes policiales, un suicida hizo detonar una bomba que tenía adosada al cuerpo en medio de un grupo de personas que hacían fila en la citada instalación militar, que fue objetivo de atentados similares en los pasados meses. Saad Safah, capitán de la policía iraquí, dijo que cuando ocurrió la explosión unos 200 voluntarios que querían enrolarse en el Ejército se amontonaban en el centro de alistamiento.

La explosión en Al Muzanna fue seguida, unos treinta minutos después, por un atentado suicida con coche bomba en la rica ciudad petrolera de Kirkuk (250 kilómetros al norte de Bagdad), que causó la muerte de tres personas y heridas a otras diez. La Policía cree que el objetivo de este segundo ataque era un convoy del presidente del Consejo Municipal de Kirkuk, Yamal Skakur, que había pasado por el lugar del atentado pocos minutos antes de la explosión, dijo a EFE el oficial de policía Mohamed al Amin.