Miles de activistas israelíes y simpatizantes de los colonos, a
bordo de autobuses y vehículos particulares y algunos a pie, todos
ellos con el lazo naranja, colapsaron las carreteras que desembocan
en Netivot, ciudad israelí contigua al bloque de asentamientos de
Gush Kativ, en la franja de Gaza. En algunos puntos del camino,
jóvenes ataviados de color naranja rezaban con las cabezas
gachas.
El lugar de reunión en Netivot es la tumba de un venerado santón
marroquí de origen judío, Baba Sali, y desde allí los manifestantes
tienen previsto marchar hoy hacia el bloque de asentamientos de
Gush Kativ para mostrar «nuestra solidaridad con nuestros
hermanos», según decía una pancarta.
El Ejército, sin embargo, instaló un férreo control en el cruce
de Kissufim, en la entrada de la franja de Gaza, de donde -ya han
advertido- no pasarán. Unos 20.000 policías israelíes, agentes de
policías de frontera y fuerzas del Ejército aguardan en Netivot, y
más allá, a los lados de la carretera que lleva a la franja de
Gaza, bases militares salpican su corto recorrido.
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