La mayoría de los detenidos, según las fuentes policiales, son
beduinos de la región circundante a Sharm el Sheij, capturados en
una intensa campaña de persecución por las desérticas montañas del
Sinaí, unos parajes de enorme dificultad orográfica. Según las
fuentes, también se han producido arrestos en Al Arish, capital de
la provincia del Sinaí Norte, y en otros lugares de la
península.
El hecho de que la mayor parte de los arrestados sean beduinos
se debe, según el relato policial, a la identificación realizada
por testigos del autor del tercer atentado, perpetrado en un
aparcamiento de taxis. Un hombre, al que diferentes testigos
identificaron como beduino, al verse «acorralado» por las fuerzas
de seguridad, lanzó la maleta donde portaba el artefacto explosivo
contra la policía, lo que explica que entre las víctimas haya 21
agentes.
El atentado fue perpetrado por tres suicidas y un cuarto hombre
que utilizaron sofisticados explosivos procedentes del extranjero.
Estos han sido los resultados de las primeras pesquisas de la
policía egipcia. Las autoridades egipcias han establecido la cifra
de muertos en 64, según los datos ofrecidos ayer en el Consejo de
Ministros, pero fuentes médicas en Sharm el Sheij aseguran que
recibieron noventa cadáveres.
Dos de los suicidas iban dentro del coche que destrozó el Hotel
Ghazala Gardens, otro suicida es el que arremetió contra el mercado
público, a seis kilómetros de allí, y el cuarto terrorista murió
abatido por la policía tras ser descubierto con un paquete
sospechoso y arrojarlo contra sus perseguidores, matando a 21
agentes.
Los explosivos utilizados están hechos con materiales «que no se
encuentran en el mercado egipcio, ni legal ni ilegalmente», según
explicó la agencia oficial egipcia MENA.
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