TW
0

Irán rompió ayer todos los precintos de la maquinaria nuclear en la planta de Isfahan y reanudó así el proceso de transformación del polvo de uranio en gas, primer paso hacia el controvertido enriquecimiento de este elemento radiactivo.

El entonces gobierno moderado del aperturista Mohamed Jatami publicitó la concesión como un «ejemplo de buenas intenciones» y se involucró en el proceso negociador, aunque siempre advirtió de que la suspensión era temporal.

La noticia coincidió con el fracaso en Viena de la reunión de la Junta de Gobernadores del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), incapaz de llegar a un consenso que permita caminar hacia la solución del contencioso. Y también coincidió con la propueta de resolución de la UE que insta a Irán a suspender de nuevos sus actividades nucleares. El documento será debatido hoy mismo.

Irán había permitido que el OIEA colocara esos sellos el pasado mes de noviembre, cuando la polémica se agravó hasta el punto de que se temió que la tríada negociadora europea -Alemania, el Reino Unido y Franciaarrojara la toalla y permitiera que el asunto llegara al Consejo de Seguridad de la ONU, como desea Estados Unidos.

Pero la victoria de los radicales en los comicios presidenciales iraníes de junio pasado modificó la situación.

El lunes, una vez que los expertos en la OIEA colocaron las cámaras de vigilancia y aparatos de control, los científicos de la central atómica de Isfahan comenzaron a preparar el polvo de uranio concentrado.