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El presidente ruso, Vladímir Putin, escuchó ayer el dolor de familiares de las víctimas de la matanza de Beslán y les declaró que el «Estado no puede garantizar plenamente la seguridad de sus ciudadanos» ante los ataques terroristas.

«Lamentablemente, esto se refiere no sólo a nuestro Estado», dijo el presidente a sus interlocutores, que pedían responsabilidades por la incompetencia de las autoridades durante la crisis de los rehenes en Beslán, donde murieron 331 personas, incluidos 186 niños.

Putin recordó los ataques terroristas perpetrados en EEUU, España y Gran Bretaña, y dijo sobre los sucesos del 11-S que a «las fuerzas del orden y los servicios secretos (norteamericanos) se les coló un terrible atentado, a causa del cual murieron miles de personas». «Potentes estados desarrollados con una economía y unos servicios secretos eficaces no pueden hoy contrarrestar los actos terroristas. Para qué hablar entonces de nuestro país, que sufrió enormes perdidas en la economía y la esfera social tras la desintegración de la URSS», se justificó el jefe del Estado ruso.

Agregó que en la primera mitad de la década de 1990, a consecuencia de los graves acontecimientos en Chechenia, las Fuerzas Armadas y los servicios secretos de Rusia «se encontraban por los suelos y en estado medio ruinoso».

En contra de los que se temía, la reunión en el Kremlin con los familiares, indignados por la actitud de las autoridades durante la tragedia de Beslán.