«Mañana (hoy) 12 de septiembre, concluirán 38 años de presencia del
Ejército en la franja de Gaza», afirmó el comandante de las Fuerzas
Armadas israelíes, Dan Jalutz, en una ceremonia que duró unos
veinte minutos y a la que sólo asistieron militares. El acto tuvo
lugar en la comandancia de la Brigada de Gaza del Ejército israelí,
que cuando salga en las próximas horas del territorio palestino
tomará posiciones alrededor de la franja.
Desde ayer las fuerzas palestinas deben tomar posiciones en cada
sector que vaya abandonando el Ejército israelí, en una operación
que ha sido coordinada por ambas partes estas últimas semanas.
Sobre la retirada, Jalutz manifestó que «el Ejército (unos 3.000
soldados) sale con la cabeza alta», si bien ello no oculta la
realidad de que «el Estado de Israel, el Ejército y sus ciudadanos
han pagado un precio muy alto estos 38 años de presencia en Gaza».
«Los cientos de heridos y muertos son testimonio de que el camino
no ha sido fácil», agregó el comandante en jefe del Ejército
israelí.
Tras la ceremonia, todas las fuerzas en la franja deben comenzar
a replegarse al territorio israelí, en una operación llamada
«Ultima vigilia» y que se prolongará unas doce horas. Medios de
prensa locales informaban de que desde primera hora de la tarde de
ayer columnas de vehículos blindados se hallaban ya sobre las
carreteras asfaltadas que cruzan el bloque de Gush Katif con
dirección al paso de Kisufim. Hoy se hará efectiva la salida de
todas las tropas hebreas.
Precisamente, esa cooperación se hizo añicos a último momento
cuando la ANP rehusó participar en un acto previo en el paso
fronterizo de Erez para el traspaso oficial de la jurisdicción y de
los mapas.
Según fuentes palestinas, su ausencia en ese acto expresa la
indignación de la ANP por dos decisiones adoptadas por el Gobierno
israelí, horas antes, como la de mantener en pie unas 26 sinagogas
en la franja de Gaza, y la de cerrar durante seis meses el paso
fronterizo de Rafah.
La cuestión de las sinagogas ha acabado por convertirse en uno
de los asuntos más espinosos de la evacuación, ya que a última hora
la mayoría de los miembros del Gobierno israelí cambiaron su
postura de que había que destruir los centros de culto para que no
sean profanados.
El «bulto» ha pasado ahora a manos de la ANP, que si las
destruye podría ver deteriorada su reputación internacional como
garante de otras confesiones y si las deja en pie deberá destinar
cientos de hombres para protegerlas de una posible profanación por
fanáticos. «Es una provocación», manifestaron ayer de manera
unánime todos los portavoces palestinos al hablar del asunto.
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