El líder republicano en la cámara baja de EEUU, Tom DeLay, renunció
ayer temporalmente al cargo al ser acusado de manejo ilegal de
fondos, lo que deja en difícil posición a su partido, cuyo
presidente en el Senado, Bill Frist, también afronta una
investigación.
DeLay ha negado haber violado la ley y ha acusado a los demócratas
de fomentar el escándalo. Como presidente de la mayoría, este
tejano de 58 años ha sido una pieza clave de los republicanos para
lograr que se apruebe la legislación impulsada por el presidente de
EEUU, George W. Bush.
La acusación formal de ayer, realizada por un jurado de
investigación en Texas, se refiere al presunto papel que jugó DeLay
en el manejo de un sistema de captación y uso de contribuciones de
empresas de ese estado durante la campaña electoral de 2002.
Los fondos supuestamente fueron ingresados en cuentas del Comité
Republicano Nacional en Washington, para luego enviarse de vuelta a
Texas y financiar campañas electorales de candidatos republicanos a
la legislatura de ese estado.
Con este «lavado» de dinero se saltaban las leyes electorales de
Texas, que prohíben que las empresas realicen donaciones a
candidatos.
Aunque renunció temporalmente a su cargo de líder republicano,
DeLay, un congresista que representa el distrito 22 de Texas desde
1984, no abandonará su escaño.
Su cargo le daba poder para establecer la agenda legislativa, al
decidir qué propuestas de ley considera la Cámara de Representantes
y cuándo. El portavoz presidencial, Scott McClellan, no quiso
especular sobre el efecto que la retirada de DeLay tendrá en las
posibilidades de éxito de la agenda de Bush. «La opinión del
presidente es que debemos dejar seguir en marcha el proceso legal»,
dijo en su rueda de prensa diaria McClellan, quien describió a
DeLay como «un buen aliado y líder».
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