«Todo parece apuntar a que se trata de una broma», recalcó Kelly.
El jefe de la policía agregó que el servicio ferroviario de
cercanías y de largo recorrido que confluye en esa estación,
ubicada bajo el recinto del Madison Square Garden, se reanudó en su
totalidad hacia el mediodía.
Los numerosos neoyorquinos que usaron ayer el transporte público
comprobaron un aumento de la presencia policial en estaciones y
andenes e incluso algunos sufrieron las inconveniencias que acarrea
a menudo la creciente sensación de alerta de algunos
ciudadanos.
Así ocurrió en Penn Station, donde se prohibió el acceso de
pasajeros por unas horas a una parte de la terminal después de que
varios objetos levantaran sospechas y ocasionaran el despliegue de
numerosos efectivos policiales.
«Uno de ellos resultó ser un paquete que contenía basura y el
otro era una botella verde, que contenía un tinte y un ácido»,
explicó Ray Kelly, jefe del Departamento de Policía de Nueva York,
durante una conferencia de prensa.
Kelly agregó que después de que los expertos en materias
peligrosas determinaran de forma preliminar que no entrañaba
peligro, se envió el envase al Departamento de Protección
Medioambiental para un análisis más concluyente.
Incidentes como este ocurren a menudo en la red de transporte
público, que es utilizada a diario por más de siete millones de
neoyorquinos, y en torno a la que se ha extremado la vigilancia
después de los atentados perpetrados en Madrid en marzo del pasado
año y en Londres en julio de este año. El alcalde Michael Bloomberg
y Kelly defendieron ayer con rotundidad la decisión de anunciar al
público, el jueves, que habían recibido información creíble sobre
una amenaza terrorista en Nueva York. «Si se dieran las mismas
circunstancias otra vez, tomaría exactamente la misma decisión»,
recalcó Bloomberg a los periodistas.
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