Cheney también se ha visto salpicado por el escándalo ya que, según
«The New York Times», fue él quién reveló el cargo de Plame a
Libby, algo que, de haber quedado ahí, no sería ilegal pero que
contradice la afirmación del vicepresidente de que desconocía la
ocupación de la agente secreta.
Esa insípida descripción subestima el drama, que ha costado
meses de cárcel a una periodista y citaciones para comparecer ante
un jurado a al menos una docena de altos cargos de la Casa Blanca.
Lo que quiere saber este fiscal es si alguien en la residencia
presidencial de EEUU cometió un delito al revelar -en un supuesto
ajuste de cuentas- el nombre de una espía. En juego estarían
cabezas tan preciadas como la de Karl Rove, mano derecha del
presidente Bush, y la de Lewis «Scooter» Libby, jefe de Gabinete
del vicepresidente Dick Cheney.
El veredicto podría conocerse hoy mismo. De hecho, medios
estadounidenses aseguran que Fitzgerald -que se reunió ayer con el
jurado que investiga el caso- ya ha enviado cartas a varios
miembros del gobierno comunicándoles que afrontarán acusaciones.
Los resultados de la pesquisa arrojarán luz sobre las prácticas de
la administración Bush, criticada por revanchismo contra los que
pusieron en tela de juicio los motivos de EEUU para invadir
Irak.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.