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CRISTINA OZAETA-WASHINGTON
George W. Bush reconoció una información publicada el viernes por el diario «The New York Times», según la cual el presidente permitió, sin el permiso judicial preceptivo, el espionaje de comunicaciones de ciudadanos de EEUU y extranjeros en su territorio tras los ataques. El presidente tenía previsto hablar ayer, en su habitual alocución radiada grabada de los sábados, sobre la misión de EEUU en Irak, tal y como señaló el viernes su portavoz, Scott McClellan, pero el desarrollo de los acontecimientos sobre el espionaje en suelo estadounidense hizo que la Casa Blanca cambiase la agenda.

Añadió que dichas tareas de espionaje eran una «herramienta útil» para defender a Estados Unidos de otro ataque terrorista, y que no tiene intención de detener la autorización concedida a la NSA.

Bush también se refirió al bloqueo en el Senado de la renovación de varias medidas de la ley antiterrorista de 2001, la llamada Ley Patriota, y dijo que algunos de sus senadores actúan de forma «irresponsable» y no dejan «proteger al país» con sus acciones. El presidente defendió la orden para espiar dirigida a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés), organismo de espionaje encargado de interceptar comunicaciones.

Por si quedaba alguna duda, el presidente explicó que había vuelto a autorizar a la NSA en más de treinta ocasiones desde el 11 de septiembre de 2001 y, dijo, «pienso seguir haciéndolo mientras nuestra nación siga amenazada por Al Qaeda y grupos relacionados con la organización».

«Es un programa crucial para nuestra seguridad nacional», afirmó el presidente en directo desde la Sala Roosevelt de la Casa Blanca, en un discurso de ocho minutos. Bush, que en ocasiones apareció con gesto enfadado, también criticó la publicación de las informaciones sobre la NSA y dijo que ahora que son públicas, «nuestros enemigos tienen información que no debieran».