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EFE-MANAGUA
La gran mayoría de nicaragüenses no votó el pasado domingo a Daniel Ortega, a pesar de lo cual el líder y candidato sandinista consiguió ganar con el suficiente margen para ser proclamado presidente electo sin mayoría en el parlamento.

Estos datos oficiales convierten a Ortega en virtual presidente electo, gracias a una norma electoral hecha a su medida que él mismo consiguió imponer en 2000 como parte de un pacto con el entonces presidente, el liberal Arnoldo Aleman, quien actualmente cumple 20 años de prisión por diferentes actos de corrupción. Esa norma establece que un candidato puede ganar en primera vuelta las elecciones con el 40% de los votos, o con el 35% y una ventaja de 5 puntos sobre su inmediato rival político.

Según los últimos resultados oficiales, una vez escrutados algo más del 90% de los centros de votación, el candidato del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) obtuvo el 38% de los voto, frente al 29% que logró Eduardo Montealegre, de la Alianza Liberal Nicaragüense (ALC).

Quizás por esta razón, todas las misiones nacionales e internacionales de observación electoral han bendecido las elecciones del domingo con la coincidente y subrayada precisión de que fueron «ajustadas a las leyes electorales» de Nicaragua.

La victoria de Ortega fue propiciada también por la división de la derecha «liberal» nicaragüense, que se presentó por primera vez con dos candidaturas, además circunstancialmente enfrentadas, la de Montealegre, y la del Partido Liberal Constitucionalista (PLC), que obtuvo el 26,21 por ciento.