Tras este cuarto suicidio, la policía dispersó a los numerosos curiosos y periodistas que antes abarrotaban las calles. Todas las explosiones sucedieron en el mismo barrio, donde desde primeras horas de la tarde la policía había anunciado que tenía rodeado a un presunto terrorista, que había escapado de una operación que comenzó a primera hora de la mañana.
Fuentes policiales habían informado en un principio de que en la última explosión se habían suicidado dos supuestos terroristas.
El último de los suicidas consiguió pasar inadvertido entre los curiosos que contemplaban el despliegue policial ordenado desde primeras horas de la mañana y, según varios testigos, se introdujo entre la multitud con el objetivo de causar el mayor número de víctimas.
En esa operación murieron los dos primeros terroristas y comenzó cuando la policía se presentó en un apartamento de ese barrio al sospechar que alguno de los terroristas implicados en un atentado cometido en un cibercafé de Casablanca el pasado once de marzo podía refugiarse en él.
Al percatarse de la presencia de los agentes, uno de los supuestos terroristas, identificado como Mohamed Mentala, se enfrentó con los agentes, que le dispararon ante el temor de que pudiera llevar encima explosivos, y le causaron la muerte.
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