Tres judíos ultraortodoxos observan cómo una columna de humo asciende en el norte de Gaza. Foto: PAVEL WOLBERG/EFE

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SAUD ABU RAMADÀN-GAZA

Al menos sesenta personas, en su mayoría civiles, murieron ayer por fuego israelí en una jornada en la que por primera vez el Estado judío ha hablado de la posibilidad de alcanzar una «solución diplomática» a la guerra que ha lanzado en Gaza.

La principal matanza se produjo al impactar un disparo de artillería en el colegio Al Fakhoura de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNRWA), en el campo de refugiados de Yebalia y que albergaba a cientos de desplazados por la invasión terrestre que Israel inició el sábado en la franja.

El proyectil mató a entre 30 y 46 personas y causó heridas a más de un centenar que se encontraban dentro y fuera de la escuela, todas ellas civiles.

Se trata de la segunda vez en veinticuatro horas que el Ejército israelí bombardea una escuela de esa Agencia, que en los últimos días ha habilitado once centros para cobijar a la población civil.

Testigos presenciales indicaron que el ataque se produjo poco después de que, desde esa misma zona, milicianos palestinos disparasen con sus morteros contra las fuerzas israelíes.

Ese fue el argumento del Ejército israelí para justificar el ataque. «No es esta la primera vez que Hamás dispara morteros y cohetes desde escuelas, usando a civiles como escudos humanos», dice un comunicado militar israelí.

Naciones Unidas asegura que para evitar este tipo de errores comunicó a Israel las coordenadas GPS de todas sus instalaciones en Gaza, y que éstas están claramente identificadas, sin excepción, con las letras «UN», sus iniciales en inglés.

La masacre se sumó a las muertes horas antes de doce palestinos de una misma familia, entre ellos seis niños de entre uno y nueve años, a causa de otro proyectil de artillería israelí que alcanzó una vivienda.