La ciudad palestina de Nablus, en el norte de Cisjordania, estaba cercada ayer por el Ejército israelí, que lanzó una amplia campaña de busca del asesino la madrugada del sábado de una familia de cinco israelíes en una colonia judía cercana.
El Ejército arrestó a una veintena de palestinos, desplegó controles en todos los accesos e impidió la entrada y salida de la urbe a cualquier vehículo palestino. Puestos de control militares en torno a Nablus que habían sido evacuados en los últimos meses, como Huwara, Taneib o Al-Badhan, fueron ocupados de nuevo y reforzados con retenes.
Los soldados extendieron la búsqueda a aldeas cercanas, como Awarta, donde instauraron el toque de queda tras declararla zona militar cerrada.
La agencia oficial palestina Wafa asegura que decenas de colonos judíos han atacado las localidades de Hawara, Burin y Asira, en represalia por el atentado.
La oficina de prensa del Ejército se limitó a confirmar que las tropas están efectuando «inspecciones de seguridad en diferentes partes» de Cisjordania y «rastreando la zona en busca de sospechosos», sin confirmar número de arrestados o redadas en localidades palestinas.
Sangriento
El ataque, cometido alrededor de la una de la madrugada, es el que más víctimas israelíes ha dejado desde marzo de 2008, cuando un palestino penetró en una escuela religiosa judía en Jerusalén y mató a ocho estudiantes con un arma automática.
En esta ocasión las víctimas fueron los padres y tres de sus hijos, uno de once años, otro de tres y un bebé, acuchillados cuando dormían en su casa en el asentamiento de Itamar.
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