Roger Vangheluwe concedió desde el convento donde está recluido una entrevista a la cadena VT4. | VT4

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Bélgica amaneció ayer conmocionada tras las declaraciones del antiguo obispo de Brujas Roger Vangheluwe, quien en una entrevista en una cadena de televisión reconoció haber abusado sexualmente de dos de sus sobrinos menores, hechos a los que restó importancia y que describió con todo detalle.

El mundo político y el religioso han coincidido en calificar de «indignante» e «inadmisible» la actitud del antiguo prelado, que no responderá ante la Justicia por esos abusos debido a la prescripción de los delitos, cometidos hace más de 30 años.

«Empezó como un juego (...). Nunca hubo ni violación ni violencia física. Jamás me vio desnudo ni hubo penetración», afirmó el prelado en la entrevista a la cadena de televisión flamenca VT4, de la que hoy habla todo el país.

Práctica «habitual»

El religioso, destituido por Benedicto XVI en abril de 2010 cuando salió a la luz el escándalo de los abusos a uno de sus sobrinos (el otro caso se conoció después), relató en directo cómo los abusos, que se cometieron durante la visitas de su familia, llegaron a convertirse en una práctica «habitual».

La entrevista, que tuvo lugar en un convento de Francia donde Vangheluwe, de 74 años, se ha recluido por orden del Vaticano, fue en directo y en ella el antiguo prelado da una impresión más fría que dolida.

Según el obispo destituido, jamás pensó en el impacto de sus actos, que calificó de meros «hechos superficiales», aunque reconoció que sabía que lo que hacía «no estaba bien» y que por ello se confesó en varias ocasiones.

«No tenía la impresión de que mi sobrino se opusiera, al contrario», afirmó Vangheluwe en la entrevista, en la que afirmó que nunca se ha considerado un pederasta y que aquellos abusos eran «como una pequeña relación».

Lo ocurrido «no tenía nada que ver con la sexualidad», aseguró y añadió que jamás se ha sentido atraído por los niños y que, en el caso de sus sobrinos, «lo que existía era intimidad». Vangheluwe se declaró arrepentido por los hechos, que se prolongaron durante trece años en uno de los casos y cerca de dos años en el otro. Las reacciones a estas declaraciones se han sucedido a lo largo del día, empezando por el primer ministro belga, Yves Leterme, que ha considerado que lo ocurrido «supera los límites de lo aceptable» y ha pedido a la Iglesia que «asuma sus responsabilidades» para poner punto final al asunto.