Esta situación ha llevado a que esa región experimente «la mayor crisis alimentaria de la actualidad», agregó en una conferencia de prensa la portavoz de la Oficina de Asuntos Humanitarios de ese organismo, Elizabeth Byrs.
Los pronósticos meteorológicos apuntan a que no habrá mejora en la situación de sequía hasta 2012, por lo que la ONU invocó a una movilización internacional que permita evitar una nueva crisis humanitaria.
En algunas de las zonas más afectadas, la tasa de malnutrición infantil ha alcanzado el 30 %, el doble del umbral de emergencia establecido por la ONU, pero se teme que la situación empeore aún más.
Byrs señaló que otro aspecto preocupante es que, también como consecuencia de la sequía, los precios de los granos que representan una parte esencial de la alimentación local se han disparado y en el caso de Kenia cuestan entre un 30 y un 80 % que la media de los últimos cinco años.
En Etiopía, la inflación relacionada con los alimentos superó el 40 % el pasado mes.
La sequía también ha tenido un impacto en el aumento del flujo de refugiados y desplazados internos, según los datos de la Oficina de Asistencia Humanitaria.
Flujo de refugiados
Así, unos 15.000 somalís han huido cada mes de su país y cruzado a Kenia o Etiopía. En el primer país, el campamento de refugiados de Dadaab -el más grande del mundo- está repleto hasta el límite, lo que impide que se pueda prestar la ayuda apropiada a las víctimas del desastre natural.
Entre las consecuencias indirectas de la sequía extrema que ya se observan están el aumento de la deserción escolar, así como de enfermedades en humanos y animales de granja, y una mayor tensión y conflictos entre comunidades que compiten por los escasos recursos que quedan, dijo Byrs.
Byrs indicó que la mitad de los niños somalíes que llegaban a los campos de refugiados de Etiopía se encuentran malnutridos y que los que llegan a Kenia no están mejor.
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