Apenas un mes después de haber asumido en Washington el cargo que dejó vacante su compatriota Dominique Strauss-Kahn, acusado de agresión sexual por una empleada de hotel, Lagarde se ve envuelta en un asunto turbio que amenaza con ensuciar su reputación.
A través de su abogado, Yves Repiquet, la exministra ha asegurado que este caso no afectará a su labor al frente de la institución financiera internacional, y ha vuelto a declarar su inocencia.
«Ahora tenemos la oportunidad de disipar las dudas vertidas contra mi clienta», afirmó el letrado nada más conocer la apertura de la investigación.
El abogado indicó que Lagarde podrá dedicarse «plenamente» a su trabajo al frente del FMI, cuyo consejo de administración conocía que la exministra podía ser investigada en este caso.
La oposición socialista no opina lo mismo y considera que esta investigación muestra que fue un error proponer a Lagarde como directora del FMI, institución que ahora «está debilitada», indicó su portavoz parlamentario, Jean-Marc Ayrault.
El diputado socialista señaló que el caso salpica al presidente, Nicolas Sarkozy, que no podía ser ajeno a la actuación de su ministra de Economía. «Sarkozy no podrá permanecer silencioso, deberá explicar por qué se favoreció a Tapie», aseguró.
Lagarde será acusada de un delito de «complicidad en falsificación» y de «complicidad en el desvío de bienes públicos», según anunció la Fiscalía del Tribunal Supremo, delitos por los que puede ser condenada a una pena máxima de diez años de cárcel y 10.000 euros de multa. Inicialmente, la Fiscalía había acusado a Lagarde de un delito de abuso de autoridad, cuya pena máxima es muy inferior.
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