Un agente de la policía antidisturbios sujeta a un manifestante anti-Mubarak herido por una pedrada. | AMR ABDALLAH DALSH

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Tras dos sesiones de formalismos, los protagonistas del juicio contra el expresidente egipcio Hosni Mubarak se sumergieron ayer en lo que promete ser un largo y complejo proceso con la declaración de los primeros testigos, que no aclararon si el «rais» ordenó disparar a los manifestantes.

Acostado una vez más en un camilla, Mubarak compareció en la sala de la Academia de Policía en El Cairo habilitada para este juicio, que por primera vez no fue televisado en directo por orden del presidente del tribunal, Ahmed Refaat.

La tensión volvió a reinar tanto dentro como fuera de la sala: en el exterior partidarios y detractores de Mubarak se enfrentaron a pedradas, lo que obligó a que los policías antidistubios tuvieron que emplearse con contundencia, mientras que en el interior el juez tuvo que decretar un receso para enfriar los ánimos de la defensa y la acusación, enfrentados a gritos.

Declaraciones

Las esperadas declaraciones de los primeros testigos hicieron más bien poco por la causa de la acusación.

Ante el tribunal desfilaron varios altos cargos de la Seguridad Central que o bien negaron haber recibido ordenes de abrir fuego contra los manifestantes, o bien acusaron a Ahmed Ramzy, asesor del entonces ministro del Interior, Habib al Adli -ambos en el banquillo de los acusados junto a Mubarak- de haber armado a la policía.

El primero en testificar fue el general Husein Musa, jefe de comunicaciones de las Fuerzas de la Seguridad Central, que según los abogados de la acusación contradijo hoy su primer testimonio ante la fiscalía, cuando dijo que Ramzy había ordenado disparar con conocimiento de Al Adli.