Según el diario nigeriano Vanguard, el presidente, Goodluck Jonathan, adoptó la decisión después de reunirse con los jefes de las fuerzas de seguridad y el Ejército en una reunión de urgencia celebrada con motivo de los ataques.
La secta islamista Boko Haram, que lucha por un Estado regido por la ley Sharia en el norte de Nigeria, de mayoría musulmana, se atribuyó los cinco atentados orquestados que tenían como objetivo a la comunidad cristiana.
El presidente Goodluck Jonathan condenó los atentados a través de un comunicado, asegurando que el asesinato de inocentes en un día en el que millones de personas celebran el nacimiento de Jesucristo es un acto despiadado que merece el rechazo de todos los nigerianos de paz.
«Estos actos de violencia contra personas inocentes son un ataque injustificado a nuestra libertad y seguridad colectiva», afirmó el presidente. «Los nigerianos deben unirse para condenar estos actos», añadió.
El rechazo a la violencia no tardó en llegar desde la comunidad internacional. Así, la Unión Africana declaró en un comunicado que «condena enérgicamente los atentados a iglesias a lo largo de Nigeria», que han matado a «un gran número de personas». «De esta forma, reafirmamos el total rechazo de la UA a cualquier acto de intolerancia, extremismo y terrorismo», añadió la organización, que se comprometió a apoyar a Nigeria en su lucha contra el terrorismo.
A través de un comunicado divulgado por su portavoz, el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, reiteró su llamamiento «al fin de todos los actos de violencia sectaria en el país» y «su firme convicción de que ningún objetivo puede justificar el recurso a la violencia».
Desde la UE, la jefa de la diplomacia, Margareth Ashton, condenó «en los términos más enérgicos dichos ataques y todos los demás actos de terrorismo».
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