Abdul Baset Seida, en rueda de prensa conjunta con José Manuel García-Margallo. | ANDREA COMAS

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El nuevo enviado especial de la ONU y la Liga Árabe para Siria, Lakhdar Brahimi, calificó ayer su misión en ese país de «casi imposible» por la escalada de la violencia.

En una entrevista con la BBC al asumir el puesto dejado por el ex secretario general de la ONU Kofi Annan, el diplomático argelino admitió que tiene por delante una labor muy difícil y tiene temor por el «peso» de la responsabilidad que tiene.

«Llego a este trabajo con los ojos abiertos, sin ilusiones. Sé lo difícil que es, casi imposible. No puedo decir imposible, (sino) casi imposible», señaló Brahimi.

Según fuentes de la oposición siria, al menos 20.000 personas han muerto desde que estallara el conflicto en Siria el pasado marzo.

«Parálisis»

«Estoy asustado por el peso de la responsabilidad. La gente ya está diciendo que hay muertos y (está preguntando) ¿qué está usted haciendo?», comentó Brahimi. «Y no estamos haciendo mucho. Eso en sí mismo es un peso terrible», puntualizó.

El nuevo enviado para Siria calificó, además, al Gobierno del país árabe de «intransigente» ante la escalada de la violencia y dijo que hay una parálisis en el Consejo de Seguridad de la ONU, en el que China y Rusia han vetado varias resoluciones destinadas a presionar a Damasco a que acabe con los enfrentamientos internos.