Testigos explicaron a Efe que un hombre trató de penetrar en el interior de la sede judicial e hizo estallar un cinturón explosivo que llevaba abrochado a la cintura, una versión que no ha sido confirmada ni desmentida oficialmente.
Ningún grupo ha asumido hasta el momento la autoría del ataque, que se produce 24 horas después de que la alianza de milicias liderada por Misrata anunciara que ha desplegado decenas de hombres en el extrarradio de la vecina Sirte ante el aumento de la amenaza yihadista.
Uno de sus responsables explicó a Efe que el objetivo era asegurar el control de una superficie de unos 500 kilómetros y en particular las riberas de los ríos que flanquean la citada ciudad, que hasta diciembre del pasado año fue el bastión más occidental de la organización yihadista Estado Islámico (EI).
El responsable castrense, que pidió no ser identificado, reveló, asimismo, que unidades avanzadas de la misma fuerza fueron las que inspeccionaron Wadi Hakf Al Tayr y Al Hisan, las localidades bombardeadas recientemente por el Ejército norteamericano en el centro del país.
«Tomaron muestras de ADN de los cadáveres para certificar la identidad de los terroristas abatidos», detalló.
En la misma línea, el portavoz de la alianza, Mohamed al Ghosari, expresó la preocupación de las fuerzas de Misrata por la presencia de bolsas de yihadistas tanto en el sur de Sirte como en la ciudad vecina de Bani Walid e incluso el extrarradio de Trípoli.
«Los que escaparon de Sirte eligieron el exterior de esta y otras ciudades meridionales y del centro del país como refugio para huir de nuestro acaso», advirtió.
Bautizada como «Buyan al Marsus», la alianza de milicias liderada por Misrata fue formada bajo el liderazgo del Gobierno sostenido por la ONU en Trípoli, al que apoya Occidente pero que no reconoce el resto de Libia.
En diciembre de 2016, y tras recibir el apoyo aéreo de EEUU, la plataforma logró expulsar al EI de Sirte, ciudad en la que nació y murió el derrocado Muamar al Gadafi y que en febrero de 2015 se había convertido en el bastión más al oeste del grupo yihadista.
Libia es un estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que en 2011 la OTAN contribuyera a la victoria de los rebeldes sobre la dictadura de Al Gadafi.
Desde hace dos años, dos gobiernos se disputan el poder -uno en el este bajo el mando del mariscal Jalifa Hafter, un excompañero de Al Gadafi reclutado después por la CIA y convertido en su principal opositor en el exilio- y otro en Trípoli, sostenido por la ONU.
De la anarquía sacan partido diversas milicias y mafias dedicadas al contrabando de armas, alimentos, combustible e incluso de personas, así como los grupos yihadistas, que han extendido su influencia en todo el país. E
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.