Johnson se impuso con holgura en la primera fase de las primarias del Partido Conservador, al recibir el apoyo de 160 de los 313 diputados «tories», y es el claro favorito en las encuestas para imponerse en la votación por correo entre los 160.000 afiliados conservadores que se iniciará ahora.
Hunt, que también contempla un «brexit» duro si no logra renegociar con la UE los términos de salida, recibió 77 votos entre sus colegas de bancada, mientras que el ministro de Medioambiente, Michael Gove, quedó eliminado tras sumar 75 apoyos.
A finales de julio, el Partido Conservador anunciará el ganador de sus primarias, que heredará asimismo el despacho del número 10 de Downing Street una vez May consume la dimisión que anunció a finales de mayo.
Boris Johnson fue uno de los principales impulsores de la campaña a favor del «brexit» antes del referéndum de 2016, pero renunció pocos días después de ese plebiscito a presentarse como candidato a primer ministro, lo que dejó paso a Theresa May.
En esta ocasión, el exalcalde de la capital británica, que disparó su popularidad con la organización de los Juegos Olímpicos de 2012, sí ha dado el paso para dirigir al país en la fase más delicada del «brexit» y parte con una abrumadora ventaja respecto a Hunt para conseguirlo.
Según un sondeo publicado por la influyente página ConservativeHome a principios de esta semana, cuando todavía quedaban seis aspirantes en la carrera por el liderazgo, el 54,8 % de las bases del partido le prefieren a él como líder, mientras que el 5,8 % optaría por su rival.
Johnson comenzó a hacer una discreta campaña entre sus compañeros de bancada ya hace meses, cuando la posibilidad de que May acabara dimitiendo comenzaba a ser un rumor constante en Westminster.
Algunos «tories» expresaban entonces dudas sobre la idoneidad de Johnson como líder, en parte debido a su peculiar carácter y su facilidad para provocar polémicas, pero la desconfianza ha quedado disipada con el amplio apoyo que ha recibido en la primera fase de las primarias.
Para asegurarse de que no alimentaba ninguna controversia inoportuna, «BoJo», como se le conoce informalmente en los corrillos parlamentarios, ha mantenido un perfil especialmente bajo en las últimas semanas, con contadas apariciones públicas.
La mayoría de sus aportaciones al debate sobre el «brexit» han llegado a través de su columna semanal en el diario conservador «The Telegraph», del que cobra un sueldo de 275.000 libras anuales (308.000 euros).
Mientras los otros nueve candidatos a las primarias conservadoras se prodigaban en actos y entrevistas, Johnson se ha limitado a un puñado de encuentros con los medios de comunicación: dos entrevistas a diarios afines, un debate televisado por la BBC y el discurso de presentación de su campaña.
En esas ocasiones ha subrayado que su principal objetivo como jefe de Gobierno será sacar al Reino Unido de la UE el 31 de octubre -la fecha límite que ha marcado Bruselas-, dado que cree que otro retraso minaría la confianza de los votantes conservadores.
La presión sobre los «tories» en ese terreno ha aumentado después de las elecciones al Parlamento Europeo de mayo, en las que el Partido del Brexit, liderado por el eurófobo Nigel Farage, obtuviese el 31,6 % de los votos, y los conservadores quedaran relegados al quinto puesto, con el 9,1 %.
Antes que materializar un divorcio abrupto, Johnson asegura que intentará renegociar el acuerdo del «brexit» al que llegó May con Bruselas, aunque la UE ha advertido hasta ahora de que no modificará los términos de salida ya pactados.
En particular, el exalcalde quiere retirar del texto la polémica cláusula de salvaguarda para evitar una frontera en Irlanda del Norte, el pasaje más controvertido del acuerdo, que llevó a la Cámara de los Comunes a tumbarlo en tres ocasiones.
Johnson ha sugerido que buscará «incentivos» para que Bruselas se avenga a negociar lo que no ha aceptado hasta ahora, entre ellos la retención de la factura de salida de la UE, de unos 39.000 millones de libras (44.000 millones de euros), hasta que obtenga nuevas concesiones.
Jeremy Hunt aspira por su parte a suavizar los términos de la cláusula norirlandesa y asegura de que algunos líderes europeos están dispuestos a ser más flexibles en ese terreno de lo que han mostrado hasta ahora.
Al contrario que Johnson, el jefe de la diplomacia británica pediría una extensión del plazo de salida si el 31 de octubre no se ha ratificado un acuerdo, aunque asegura que un «brexit» duro seguirá estando sobre la mesa si él es el próximo primer ministro.
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