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Las autoridades de China han abierto en un tiempo récord un nuevo hospital en la ciudad de Wuhan, en la provincia de Hubei, para tratar a los miles de afectados por el brote del nuevo coronavirus, que se ha cobrado ya más de 360 vidas.

El hospital Huoshenshan, bautizado así por un dios del fuego, se ha construido en solo dos semanas, en un intento de las autoridades por frenar la expansión del brote de coronavirus, que ya ha infectado a más de 17.000 personas en todo el país.

El nuevo centro, que cuenta con una plantilla de 1.400 trabajadores sanitarios y dispone de 1.000 camas, está preparado para recibir pacientes desde este lunes, según ha contado el director del hospital, Zhang Siming, a la cadena de televisión estatal CCTV.

Las autoridades tienen previsto terminar esta semana un segundo hospital, el Leishenshan, cuyo nombre significa la montaña del dios iluminado.

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El experto chino en epidemias Zhong Nanshan ha dicho que cree que el brote de coronavirus alcanzará su punto álgido en un plazo de diez días a dos semanas. «En la actualidad, la situación epidémica en el país está todavía al alza pero pensamos que no será un brote nacional sino solo un brote parcial», ha dicho Zhong, según informa la agencia de noticias china Xinhua.

Las autoridades han garantizado que se cumplirá con el suministro diario de alimentos en todo el país, también en Wuhan y en la provincia de Hubei, epicentro del brote de coronavirus.

El Gobierno está tratando de calmar la preocupación por los efectos del brote de coronavirus en la economía de China, en un momento en el que el índice bursátil de Shanghái ha caído un 8,7 por ciento en su reapertura este lunes tras el Año Nuevo chino.

«Estamos completamente confiados y seremos capaces de minimizar el impacto epidémico en la economía», ha dicho Lian Weiliang, subdirector de la Comisión de Reforma y Desarrollo Nacional.

El último balance del brote del nuevo coronavirus es de 361 muertos, una cifra que supera el balance que dejó el brote de síndrome respiratorio agudo severo (SARS), que acabó con la vida de 349 personas entre finales de 2002 y 2003.