Podría parecer una escena de película, pero no lo es. Unos náufragos llegaron a una isla remota de la Micronesia, en pleno Pacífico Sur, tras tener problemas con su pequeño bote con el que pretendían realizar una corta travesía de apenas unas horas de duración.
Los tres hombres que tripulaban la barca se quedaron sin combustible. Las corrientes los desviaron de su ruta, y vararon en un punto deshabitado del océano, una pequeña porción de tierra a unos 200 km. de su punto de inicio, en el atolón de Pulawat.
Pasaba el tiempo y nadie acudía al rescate. Decidieron instalar una especie de choza en la que cobijarse, construida con los materiales de la selva, lo único que tenían a mano. Junto a la misma escribieron un gran SOS en la arena. La esperanza de que alguien sobrevolara la zona y viera su mensaje era poco fundada, pero no les quedaban muchas alternativas.
Finalmente la señal de socorro fue avistada por un helicóptero, después que el centro de Coordinación y Rescate de Guam emitiera una alerta de desaparición y pidiera ayuda de la Armada australiana, que envió el barco de guerra Canberra, que navegaba entre Australia y Hawai.
En un momento de las tareas de reconocimiento las aeronaves avistaron el gran SOS escrito en la arena de la playa de Pikelot, por lo que enviaron a la zona a una embarcación, que rescató a los náufragos sanos y salvos y con una gran historia que contar.
1 comentario
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Así como está el mundo, yo me hubiera quedado alli