Decíamos que una parte importante del PIB ruso proviene del comercio de combuistibles fósiles. Se da la circunstancia de que los países que reciben esa materia prima indispensable para calentar los hogares y hacer funcionar los engranajes industriales son los mismos que en estos momentos activan sus contingentes militares para enviarlos a la zona del mar Negro, con el fin de actuar ante una eventual invasión de Ucrania o como mínimo exhibir su potencial militar como advertencia a Moscú.
Según su Ministerio de Finanzas, los ingresos por petróleo y gas de Rusia superaron los planes iniciales en un 51,3 % en 2021, por un total de 9,1 billones de rublos (119.000 millones de dólares). Solo en octubre, los ingresos fueron de 1,1 billones de rublos, o casi 500 millones de dólares al día. Ello se explica por el impacto de la realidad en las previsiones. Por ejemplo los tecnócratas de Vladímir Putin calcularon un precio medio para el petróleo de 45 dólares, y en cambio este alcanzó casi los 70. En el caso del gas el Ministerio de Economía esperaba un precio promedio de exportación de gas natural de 156,3 dólares por 1.000 metros cúbicos en 2021. Sin embargo, el monopolio exportador de gas ruso Gazprom dijo en diciembre que el precio probablemente alcanzaría los 280 dólares. Los datos definitivos están aún están por llegar.
Cómo afectaría al comercio energético y a nuestra factura de la luz un conflicto armado entre Rusia y Ucrania. Su impacto resulta difícil de medir en términos concretos aunque los índices nacionales ya experimentan importantes incrementos en estos primeros días de enero. En las mentes de los estadistas planea la posibilidad de que, ante el avance de las hostilidades, Rusia se niegue a surtir de gas a las potencias occidentales. Ello no provocaría una falta de suministro de inmediato en España, según afirman algunos analistas consultados, aunque obviamente encarecería con mucho la factura de la luz e incluso su incidencia se reflejaría en el IPC en un momento en que las economías nacionales todavía no se han recuperado de los efectos económicos de la pandemia de coronavirus.
En esta entrevista publicada en Ultima Hora el pasado septiembre el máximo responsable de Endesa en las Islas, Martí Ribas, identificaba los «dos factores básicos» tras el incremento desaforado de la factura eléctrica en España en 2021. En efecto, uno de ellos es el precio del gas. Con esta información a la vista no es preciso haber ido a Salamanca para inferir que, si con la nueva situación geopolítica se disparan los precios de esta materia prima, ello no tardará en repercutir al alza en el coste de nuestra luz.
Por si fuera poco no solo Europa está interesada en el gas ruso que llega al Viejo Continente a través de los gasoductos ucranianos. China y el resto de potencias emergentes del sudeste asiático incrementan periodo tras periodo su demanda de gas, y al mercado también le ha afectado el conflicto entre Argelia y Marruecos, que en un primer momento redujo el flujo de gas que recibía España. Al menos las obras prometidas por Argel para asegurar el suministro avanzan y el gas natural que dejó de llegar a nuestro país por esta 'desavenencia vecinal' se encuentra en vías de ser recobrado. Hay quien cree que este suministro podría ser de vital importancia en caso de que las cosas se pongan aun más feas en el frente del este.
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