Una pieza de artillería ucraniana camuflada en las inmediaciones de Kiev. | ATEF SAFADI

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Casi un mes después de haber lanzado la ofensiva militar en Ucrania, Rusia aún no controla ninguna de las grandes ciudades ucranianas que pretendía tomar con rapidez y ve cómo el frente se ha estabilizado ante la feroz resistencia de las Fuerzas Armadas del país invadido. «En la última jornada la ubicación del contrincante y el carácter de sus acciones (...) no cambió significativamente», declaró ayer el asesor de la presidencia ucraniana Oleksii Arestóvich al constatar el escaso avance de las fuerzas rusas. Aunque el Ejército ruso controla algunas ciudades medianas como Berdiansk, Melitópol y Jersón, en las que no cesan las protestas de la población contra las fuerzas ocupantes, se ha detenido a las puertas de Kiev, Chernígov y Járkov, a las que castiga con misiles con una frecuencia creciente.

El Gobierno de Kiev denunció ante la Organización Mundial del Comercio que la invasión rusa ha causado por el momento pérdidas de al menos 575 millones de dólares a Ucrania. Al sureste del país, la ciudad portuaria de Mariúpol, el mayor símbolo de la resistencia ucraniana, lleva más de dos semanas de duros enfrentamientos que mantienen bloqueados a más de 100.000 civiles en condiciones infrahumanas, mientras los bandos se acusan de malograr el funcionamiento de los corredores humanitarios.

Esta ralentización de la operación rusa fue destacada por el Ministerio británico de Defensa, según el cual Rusia parece estar «reorganizando» sus fuerzas en el norte de Ucrania antes de continuar con sus operaciones ofensivas «a gran escala». Según la entidad castrense, las tropas rusas intentan avanzar desde el este, por Járkov, la segunda mayor ciudad de Ucrania, y desde el sureste, por Mariúpol, para rodear a las fuerzas ucranianas, mientras intentan ganar terreno en dirección a Odesa, la presa más codiciada de Rusia.

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Parte militar

En el Donbás, las unidades de las Fuerzas Armadas rusas avanzaron solo dos kilómetros durante el día, según el último parte militar del Ministerio de Defensa de Rusia. El Pentágono afirmó la pasada víspera que los ucranianos comenzaron a contraatacar a los rusos, especialmente en el sur del país, en vez de dedicarse únicamente a defenderse. Mientras, el Estado Mayor ucraniano afirmó que sus fuerzas continúan «las operaciones de defensa en las direcciones este, sureste y noreste», y sus grupos operativos en Donetsk frenan «el avance del enemigo en dirección a Zaporiyia», en el sur.

Las autoridades de Kiev, donde ya se han tornado habituales las alarmas antiaéreas y los toques de queda, denunciaron ataques contra un centro comercial y edificios de vivienda en los distritos Sviatohsin y Shevchenko, sin reportar víctimas. Fuentes ucranianas denunciaron que el Ejército ruso empleó fósforo blanco, una arma química ilegal según la Convención de Armas Químicas de 1997, cerca de Irpin y de Hostomel, en el área metropolitana de Kiev. En Chernígov, 140 kilómetros al norte de la capital ucraniana, los militares rusos volaron en la madrugada del miércoles el puente sobre el Desná, con lo que así consiguieron bloquear la salida de la ciudad hacia Kiev, como parte de los preparativos para forzar el río y avanzar hacia la ciudad.

«El enemigo quiere convertir ahora a Chernígov en la segunda Mariúpol. Allí tampoco hay agua, electricidad, gas, casi no hay calefacción», afirmó Arestóvich. Y es que a Mariúpol corresponde el mérito de haber frenado la ofensiva rusa, según el ministro ucraniano de Defensa, Oleksii Réznikov, quien aseguró que su resistencia está «salvando» a otras ciudades, como Dnipro, Kiev y Odesa, del recrudecimiento de una ofensiva contra ellas. El asedio de Mariúpol, privada de los servicios más elementales para la población, amenaza con prologarse indefinidamente gracias a que los militares ucranianos «mantienen la defensa circular de la ciudad», según informó el Estado Mayor ucraniano. Según afirmó este martes el viceministro de Información de la autoproclamada república prorrusa de Donetsk, Daniil Beznosov, las tropas rusas controlarían «al menos el 50 %» de la ciudad, que, admitió, ofrece una gran resistencia.