Cuerpos en la fosa común de Bucha. | Reuters

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El testimonio de los reporteros de guerra es por el momento el único relato de lo que ha estado sucediendo en Bucha, cerca de Kiev, durante la ocupación rusa de la región capitalina de Ucrania. Si este pasado martes nos acercamos a las visiones de varios periodistas y fotoperiodistas de España que cubren in situ la guerra de Ucrania, ahora escuchamos a James Longman, corresponsal en el extranjero de la cadena ABC News.

Su trabajo en Bucha arranca conociendo a Mykola, un lugareño que explica como él y su esposa pasaron un mes viviendo en el sótano de su edificio de apartamentos. «Cuando llegaron los rusos, mataron a todos los hombres menores de 50 años. Él tiene 53. Dijo que todavía temblaba por el trauma. Le dieron 20 minutos para enterrar a sus amigos» añade.

Longman explica en un hilo en Twitter las duras vivencias de estas personas, que empezaron con la muerte de sus seres queridos. «A dos de ellos les dispararon frente a él. A otro le arrojaron una granada. Las partes de su cuerpo permanecieron tiradas en el suelo durante días, hasta que finalmente se le permitió reunirlas, ponerlas en una bolsa y enterrarlas. Una de estas tumbas es más pequeña que las otras» incide.

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Según explica el hombre testigo directo de los hechos de Bucha, los rusos pedían la documentación a su llegada a la localidad. «Cualquier cosa en tus papeles que les hiciera pensar que eras una amenaza y estabas muerto». También buscaban signos y marcas corporales como tatuajes. A algunos hombres los desnudaron; tal vez buscaran tatuajes militares.

Explica este ucraniano que los rusos les okuparon sus propias casas mientras ellos, con miedo, no salían del sótano. «Las habitaciones de familias ucranianas inocentes, convertidas en dormitorios de guerra de matones borrachos y violentos», lamentó Mykola ante el reportero occidental antes de abordar el capítulo quizás más escabroso: su visita a la fosa común cercana a la iglesia que ha sido detectada gracias a las imágenes de satélite.

«Fuimos a la fosa común (...) vimos bolsas de cuerpos arrojados encima de otras víctimas que estaban envueltas en sábanas, o en nada. Los valientes habitantes de Bucha salieron a recoger a los muertos de la calle durante la ocupación. Nos dijeron que podría haber hasta 90 personas en estas tumbas. Todo el pueblo es una escena del crimen». Sin embargo, la esperanza se reserva para el final de la historia. Cuando el reportero creía que nada más podía suceder, aparecieron los camiones cargados de ayuda. Los vecinos supervivientes de la masacre de Bucha lo celebraron con vítores, canciones y una cierta alegría. También por aquellos que ya no están.