Desde el 16 de enero de 2023 será obligatorio reservar la entrada a la ciudad italiana de Venecia (norte), que se convertirá en la primera del mundo en adoptar este sistema para el control del turismo de masa, anunciaron desde su Ayuntamiento. «Se trata de un método seguramente complejo, que no obtendrá aplausos inmediatamente ni consenso electoral, pero pondrá una piedra en el modelo turístico» del futuro, sostuvo en una rueda de prensa el concejal de Turismo, Simone Venturini. A partir del 16 de enero, para entrar en la emblemática Ciudad de los Canales, patrimonio de la Humanidad, habrá que reservar mediante un sistema por internet disponible «un par de meses antes» y pagar una entrada cuyo precio variará entre los 3 y los 10 euros.
Por ejemplo, como ocurre con trenes o aviones, si el turista reserva con mucha antelación, el precio será menor, porque de ese modo permitirá gestionar mejor los flujos turísticos, indicó por su parte el concejal de Presupuesto, Michele Zuin. La ciudad, subrayó, «nunca será cerrada» pero se establecerá un número máximo de turistas que puedan entrar en ella cada día y, en caso de que se supere ese límite, quien llegue deberá pagar más, y esto valdrá también para los pasajeros de los enormes cruceros. El sistema de reservas y pago de entradas seguirá en todo caso en desarrollo y supervisión continua para eventuales cambios o mejoras. «Siendo la primera ciudad del mundo en experimentar este sistema (...) sería arrogante creer que todo funcionará perfectamente con un chasquido de dedos. Será un proceso mejorable», sostuvo Venturini, quien adelantó otras medidas para atajar el turismo masivo.
Estarán exentos de reservar y pagar el turista que duerma en la ciudad, pues ya pagarán la tasa de pernoctación diaria en sus hoteles (4,50 euros durante un máximo de cinco días). La exención también se aplicará a residentes, trabajadores de Venecia y de sus islas menores, nacidos en ella, estudiantes, propietarios de inmuebles, niños menores de 6 años, discapacitados y sus acompañantes o quienes acudan a sus hospitales. Tampoco pagarán los residentes en la región del Veneto, asistentes a eventos deportivos, administradores públicos, autoridades en misión, voluntarios de emergencias o las Fuerzas Armadas.
El Ayuntamiento introducirá un sistema de controladores y multas de hasta 300 euros para quienes no demuestren que tienen derecho a la exención y para quienes hayan mentido para obtener esa ventaja. «Recorrer y disfrutar de esta ciudad será más bello si se reserva», consideró Zuin, quien insistió en que Venecia no se cerrará «nunca» y a «nadie». «No queremos hacer caja, solo es un método de incentivo y desincentivo para tener unos flujos más equitativos», terminó. Venecia ha emprendido un camino para garantizar la seguridad de su único patrimonio urbanístico, como la prohibición del paso de los grandes cruceros frente a su delicada Plaza de San Marcos o poniendo en marcha el sistema de barreras que evita las inundaciones con la llegada a su laguna de las altas mareas del Adriático.
Ahora intentará acotar el turismo del que adolece desde hace décadas y que no ha hecho más que crecer (5,5 millones de llegadas y casi 13 millones de pernoctaciones en 2019, antes de la pandemia), mientras la población autóctona de su centro histórico no deja de caer, hasta alrededor de los 50.000 habitantes.
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Podrían también ensayar el procedimiento de Punta Nati o de las playas de Favaritx.