A falta de cifras globales que permitan decir con claridad si se superaron los entre 1,27 millones de manifestantes (según la policía) y 2,8 millones (según la CGT) de ese 31 de enero, las cifras parciales de diferentes ciudades apuntan a que sí. Las marchas se desarrollaron en términos generales con normalidad, aunque como suele ser habitual algunos grupos muy minoritarios de radicales provocaron daños materiales a su paso y protagonizaron enfrentamientos con las fuerzas del orden, en particular en París, donde la policía había procedido a 13 arrestos a media tarde. Los porcentajes de huelguistas se quedaron por debajo de algunas de las cinco jornadas precedentes de protestas, la primera el 19 de enero, probablemente porque con la inflación y con la consiguiente pérdida de nivel adquisitivo resulta particularmente doloroso perder una jornada de sueldo por hacer paro.
El hecho es que en la Administración estatal estuvieron en huelga cerca de una cuarta parte de la plantilla, frente al 28 % el 19 de enero; y en la compañía estatal EDF fueron un 41,5 % frente al 44,5 % ese mismo 19 de enero. En la enseñanza, el Ministerio de Educación indicó que habían faltado a su trabajo un 32,71 % de los profesores, un 35,89 % en primaria y un 30,09 % en secundaria. Más allá de estos porcentajes, lo cierto es que circularon muy pocos ferrocarriles (un 20 % de media de los trenes de alta velocidad) y que los paros de controladores aéreos obligaron a anular un 20 % de los vuelos en Charles de Gaulle y un 30 % en el otro aeropuerto de París, el de Orly, así como en Beauvais, Burdeos, Lille, Lyon, Nantes, Marsella, Montpellier, Niza y Toulouse. Además, en varios centros logísticos e importantes nudos de comunicaciones hubo camioneros que obstaculizaron el tráfico y crearon atascos en las vías de acceso a Lille, Perpiñán, Rennes, Saint Brieuc o Cannes. Aunque las refinerías siguen en funcionamiento, ya que no pueden pararse de golpe, la producción se redujo en varias de ellas. Pero los bloqueos en los depósitos impidieron que salieran camiones con carburante. Aún así, las gasolineras no van a tener problemas de aprovisionamiento, al menos a corto y medio plazo. Tres de las cuatro unidades de regasificación (dos en Fos sur Mer, cerca de Marsella, y la otra en Montoir de Bretagne, cerca del puerto de Saint Nazaire) permanecieron paradas, con lo que no entró el gas licuado que Francia importa por barco.
La cuestión para los sindicatos ahora es la dirección que van a dar a su protesta, es decir, si su apuesta es por tratar de continuar y amplificar las huelgas o si privilegian otras jornadas de manifestaciones, con la intención de que sean de nuevo masivas, sabiendo que la opinión pública está muy mayoritariamente en contra de la reforma. En el transporte público, este miércoles se repetirá el mismo programa de recorte en los mismos aeropuertos que el martes, pero el impacto del paro será mucho más moderado en el ferrocarril y en el transporte urbano de las grandes ciudades, empezando por París. La Sociedad Nacional de Ferrocarriles (SNCF) indicó en un comunicado que tendrá que suprimir dos tercios de sus trenes de alta velocidad (TGV), de los regionales y de los cercanías de las dos principales líneas de la capital. En las líneas internacionales, no circulará ninguno en el corredor París-Barcelona, mientras que se anulará una cuarta parte en los Eurostar a Londres y una tercera parte en los Thalys a Bruselas. En el metro de París, funcionarán con normalidad las dos líneas automáticas, la 1 y la 14, y casi normalmente la 4, que está en proceso de automatización. En la mayoría de las otras, habrá entre un tercio y la mitad de los convoyes habituales.
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