El ataque aéreo de las fuerzas armadas birmanas (el Tatmadaw) se dirigió contra una ceremonia de inauguración de una oficina administrativa vinculada al NUG en la localidad de Pazigyi, en Sagaing (uno de los principales bastiones rebeldes en el país), afirmó el portavoz, que prefiere preservar su anonimato. «Nuestras estimaciones actuales son de al menos 50 víctimas mortales», añadió a EFE. La cifra coincide con la de medios locales independientes como The Irrawaddy, que agrega que los aviones militares lanzaron dos bombas. mientras un centenar de personas atendían a la inauguración de la que llama Oficina de Autoridad Popular en Pazigyi.
Se trata de uno de los ataques más sangrientos de los que se tiene registro desde que el Ejército dio un golpe de Estado el 1 de febrero de 2021, poniendo fin a una década de transición democrática y sumiendo al país en una espiral de violencia y semianarquía, con los militares controlando apenas una cuarta parte de la nación.
El portavoz del NUG compara la magnitud de este bombardeo con el ataque aéreo perpetrado en octubre durante un festival de música en el norte del país para conmemorar el 62 aniversario de la fundación de la Organización para la Independencia de Kachin (KIO), de la etnia homónima y aliados del NUG, y que afirma dejó unos 80 muertos. El 27 de marzo, el líder de la junta militar, Min Aung Hlaing, advirtió que «aplacará con firmeza» a la resistencia, arremetiendo en particular contra el NUG y su brazo armado, las fuerzas para la defensa del pueblo (PDF), durante un desfile militar por el Día de las Fuerzas Armadas.
El NUG, que opera en la semiclandestinidad, fue formado en parte por exdiputados del Gobierno de la nobel de la paz Aung San Suu Kyi, derrocado por los militares, mientras que las PDF surgieron poco después, nutridas sobre todo por jóvenes que se sumaron a la lucha armada y fueron entrenados por las guerrillas de minorías étnicas que operan en el país desde hace décadas.
En línea con lo anunciado, las fuerzas armadas han escalado la violencia recientemente: a finales de marzo al menos ocho personas murieron, entre ellas dos niños, tras un bombardeo en el estado de Chin, mientras dos semanas antes una treintena eran asesinadas cerca de la capital. El relator de la ONU para Birmania, Thomas Andrews, denunció en marzo que más de 3.000 civiles han sido asesinados, 1,3 millones han tenido que abandonar sus hogares y 16.000 se han convertido en presos políticos desde el golpe, entre ellos Suu Kyi.
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