«Las amenazas a las que nos enfrentamos son globales y están interconectadas», subrayan los mandatarios. En ese contexto, dieron luz verde a una serie de medidas «para seguir mejorando la capacidad de disuasión y defensa de la OTAN en todos los ámbitos», incluido el reforzamiento de las defensas avanzadas y la capacidad de la Alianza Atlántica para «reforzar rápidamente a cualquier aliado que se vea amenazado».
Los nuevos planes regionales mejorarán «significativamente nuestra capacidad y preparación -dice el documento- para disuadir y defendernos de cualquier amenaza, incluso con poca o ninguna antelación», y garantizarán «el refuerzo oportuno de todos los aliados», en consonancia con su enfoque de «360 grados».
Los aliados también aseguraron que están creando una «nueva fuerza de reacción multinacional y multidominio», que proporcionará más opciones para responder con rapidez a las amenazas y crisis que procedan de cualquier dirección. Y reforzarán el mando y control de la OTAN para garantizar que cuenta con la «agilidad, resistencia y dotación de personal suficientes».
Esto mejorará la capacidad para realizar ejercicios, gestionar la postura de la Alianza en tiempos de paz y en la transición a crisis y conflictos, y asumir el mando y control de todo el espectro de misiones.
Por lo que respecta al refuerzo del flanco este, reafirmaron que ampliarán los batallones multinacionales que tiene desplegada la OTAN para que adquieran el tamaño de brigadas «donde y cuando sea necesario, respaldadas por refuerzos creíbles y rápidamente disponibles, equipo preposicionado y mando y control mejorados». Además, los líderes aliados acordaron mejorar aun más la disponibilidad, la preparación y la interoperabilidad de la Defensa Antiaérea y Antimisiles Integrada de la OTAN, en particular, por medio del entrenamiento regular y la presencia rotativa de modernos sistemas y capacidades.
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