En la audiencia, rechazó haber conocido cualquier irregularidad ya que no podía estar al tanto de todos los detalles de su campaña para la reelección, en la que fue derrotado por el socialista François Hollande. «Rechazo firmemente cualquier responsabilidad penal», afirmó el presidente entre 2007 y 2012, nada más comenzar su declaración ante las cuatro magistradas que componían la sala. El caso se refiere al uso de facturas falsas por parte de la empresa Bygmalion para tratar de esconder que la campaña electoral de Sarkozy había sobrepasado de largo el límite de gasto establecido (casi 43 millones de euros frente a un techo de 22,5 millones).
Otras doce personas, entre ellas su entonces jefe de gabinete, Guillaume Lamberto, y el director adjunto de su campaña, Jérôme Lavrilleux, fueron condenadas también a penas de hasta cuatro años de prisión -exentos- y multas, en una sentencia cuyo juicio en apelación se sigue desde el pasado día 8. Vestido con un traje negro, el expresidente se expresó de la forma intensa y vehemente habitual en él, moviéndose ante el micrófono y con frecuencia agitando brazos y manos, incluso a veces con un elevado tono de voz.
Sarkozy reconoció que «indiscutiblemente, ha habido un fraude en este asunto», pero eludió su responsabilidad, ya que aseguró que él no podía seguir el día a día de las cuentas de su campaña. También trató de desmontar la idea de que su campaña se hubiera «disparado» en una espiral de actos caros en los últimos meses, y en cuanto a los documentos de contabilidad aseguró: «yo firmaba lo que los contables me decían que firmara».
En este sentido aseguró que el socialista Hollande y la ultraderechista Marine Le Pen, los otro dos principales candidatos entonces, realizaron campañas muy similares. «¿Había alguna forma de que yo pudiera verificar que las cosas no iban (bien)?», preguntó, y él mismo respondió señalando: «Yo no puedo verificarlo». En un momento dado, Sarkozy se comparó con «un piloto de Fórmula 1», en el sentido de que él pilotaba la campaña (el bólido) pero no era «quien ponía aceite en el motor», lo que arrancó sonrisas en la audiencia.
Este es el segundo caso por el que Sarkozy ha sido condenado en los tribunales. En el primero fue sentenciado en marzo de 2021 a tres años de prisión, con uno en firme, por corrupción y tráfico de influencias. La sentencia fue confirmada en mayo pasado por un tribunal de apelación, pero su ejecución fue suspendida. Esa pena hizo de Sarkozy el primer antiguo presidente francés en ser juzgado y condenado por corrupción. Además, en 2025 debería tener lugar el juicio por un tercer caso, relativo a la presunta recepción y uso de fondos del antiguo régimen libio de Muamar Gadafi en la campaña electoral que le llevó al Elíseo en 2007.
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