Biden ha recordado a Navalni como «un valiente activista contra la corrupción y uno de los más encarnizados opositores a (Vladímir) Putin», a quien el mandatario norteamericano ya había responsabilizado directamente por la muerte de uno de los grandes símbolos de la disidencia al Kremlin, fallecido hace una semana en una cárcel del Ártico. Washington señala a individuos directamente vinculados al encarcelamiento de Navalni, pero también amplía el abanico al sector financiero, a la industria de Defensa, a las redes de suministro y a personas o entidades de terceros países que puedan estar ayudando a Rusia a eludir las sanciones.
Asimismo, restringirá las exportaciones de cien empresas que ayudan «por la puerta de atrás» a la «maquinaria de guerra» rusa. Biden aspira a que «Putin pague un precio aún mayor por su agresión en el extranjero y por la represión a nivel nacional». Teme que, si el mandatario ruso no rinde cuentas por la «muerte» y la «destrucción» que ha provocado en estos últimos dos años pueda verse animado a emprender acciones similares en el futuro.
Ayuda militar
Biden ha vuelto a reclamar al Congreso que apruebe un paquete de ayuda a Ucrania, ya que aunque las fuerzas ucranianas siguen combatiendo «con tremendo coraje» a las tropas invasoras, «se están quedando sin munición». El Senado ya dio luz verde a esta ayuda, bloqueada ahora en la Cámara de Representantes, donde los republicanos son mayoría. En este sentido, ha llamado a completar el proceso parlamentario «antes de que sea demasiado tarde», para dar fondos «urgentes» a Kiev.
«La historia está observando. No olvidará el hecho de no apoyar a Ucrania en este momento crítico», ha advertido el inquilino de la Casa Blanca. Biden ha subrayado que sacar adelante al texto mejora la seguridad también de Estados Unidos y, en cambio, rechazarlo puede acabar beneficiando a Putin: «Es momento de demostrar que Estados Unidos se alza por la libertad y no se doblega ante nadie».
El mandatario norteamericano ha aprovechado además para destacar que, aunque Putin pudo pensarse que podría cumplir «fácilmente» sus objetivos en Ucrania ante una comunidad internacional impasible, «la OTAN es más fuerte, más grande, y está más unida que nunca» y medio centenar de países se han unido en una coalición global para apoyar a Kiev.
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Normal que esté enfadado, aunque era ciudadano ruso, su nómina la pagaba la CIA.