El actual líder de la derecha conservadora tradicional ha recibido críticas y alabanzas casi a partes iguales. | Reuters - Sarah Meyssonnier

TW
1

Sigue la cascada de acontecimientos políticos sorprendentes en Francia. Después de que toda la izquierda anunciara un frente común unitario para encarar las elecciones legislativas convocadas por el presidente Emmanuel Macron de forma sorpresiva, con los sondeos de las europeas en la mano, salta la noticia en el seno de la derecha conservadora más tradicional. Lo que queda de los herederos de Jacques Chirac se bate en un duelo fraticida por la posibilidad más que plausible de una alianza electoral con la extrema derecha del Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen.

En concreto, el líder de Los Republicanos franceses, Éric Ciotti, ha abogado por cerrar «una alianza» con la ultraderechista Reagrupamiento Nacional con vistas a las próximas elecciones legislativas, lo que ha desatado un cascada de críticas dentro de su propio partido heredero de la derecha conservadora con origen en De Gaulle, y también de las filas de la mayoría que respalda al presidente Macron, cuyas filas precisamente se engrosaron en el pasado con republicanos desencantados por la senda de la formación. Horas después de que el líder del partido de Le Pen, Jordan Bardella, abogase por esta colaboración, Ciotti ha confirmado en una entrevista a TF1 que es partidario de una «alianza».

Ha alegado que ayudaría a los 61 diputados 'republicanos' actuales a conservar sus escaños. En este sentido, ha aclarado que seguirían contando con grupo propio y ha descartado una integración bajo la bandera de la también llamada Agrupación Nacional, si bien la mera posibilidad de una colaboración tan estrecha ya implicaría una ruptura del histórico cordón sanitario establecido por el centro-derecha en Francia. Ciotti también ha defendido esta idea en declaraciones posteriores a la prensa, en las que ha señalado que Agrupación Nacional forma parte del «arco republicano» y ha marcado distancias con «quienes tienen posturas antisemitas», en alusión a La Francia Insumisa (LFI), aliado ahora de los socialistas, informa Franceinfo.

El jefe de la bancada de Los Republicanos, Olivier Marleix, se ha apresurado a criticar las declaraciones de su líder para matizar que «sólo le comprometen a él» y reclamarle incluso que dimita como líder del partido si es partidario de aliarse con la ultraderecha. También le ha pedido la dimisión el presidente del Senado, Gérard Larcher, el principal cargo político de Los Republicanos a nivel nacional. Considera que Ciotti «no puede presidir más el movimiento» tras sus declaraciones públicas, en un contundente mensaje en redes sociales. Sin embargo, Ciotti ha negado que se plantee dimitir: «Soy presidente de Los Republicanos y está absolutamente descartado que dimita, ya que cuento con la confianza de una gran mayoría de militantes». El dirigente conservador ha dicho contar con «miles» de mensajes de apoyo de personas que «quieren que las derechas dejen de estar divididas».

Desde el otro lado de la hipotética alianza, el de Agrupación Nacional, Bardella ha celebrado que Ciotti haya «elegido el interés de los franceses por encima del de los partidos». «La unión hace la Francia», ha señalado en su cuenta de X. Bardella, claro vencedor de las elecciones europeas del domingo y aspirante ahora a primer ministro, ve margen para colaborar y «luchar contra el caos migratorio, restablecer la autoridad y el orden y apoyar el poder adquisitivo de los franceses». Varios miembros del Gobierno de Macron han cuestionado en cambio el movimiento de Ciotti, entre ellos el ministro de Finanzas, Bruno Le Maire, que ha tenido la mano a «los cargos y militantes de Los Republicanos que rechazan la colaboración» con la ultraderecha.

Para el titular de Interior, Gérald Darmanin, se trata de una «vergüenza», un «deshonor» para «la familia 'gaullista'», mientras que el responsable de Justicia, Eric Dupond-Moretti, cree que Ciotti «ofrece a Le Pen el partido del general (Charles) de Gaulle en una bandeja de plata». Por su parte, el líder del Partido Socialista, Olivier Faure, ha advertido de que la mayoría absoluta de la ultraderecha «y sus aliados» ha dejado de ser una mera «hipótesis» y, dado que el campo afín a Macron «ya no existe», ha afirmado que en las próximas elecciones la única alternativa «a los nacional-populistas» será el «Frente Popular» lanzado desde la izquierda.