Las dos formaciones han pasado la jornada inmersas en un cruce de acusaciones que comenzó cuando Netanyahu desdijo al Ejército y calificó de «inaceptable» un anuncio en el que las fuerzas armadas se comprometían a «cesar» parcialmente sus actividades en Rafah para permitir la entrada de ayuda humanitaria. «Derrotismo: estar asustado de permitir al Ejército maniobrar», apuntó Unidad Nacional sobre las acciones del mandatario israelí, que esta mañana en la reunión del Gabinete acusó a Gantz de querer tomar «decisiones derrotistas fracasadas» de cara a la guerra.
«Gantz, que evitó tomar decisiones difíciles, que cedió a toda presión internacional, que aceptó el establecimiento de un Estado palestino y que declaró sobre todo que está dispuesto a poner fin a la guerra antes del regreso de todos nuestros rehenes y de los cumplimiento de todos nuestros objetivos», reprocha el Likud en su comunicado al exministro.
Benny Gantz abandonó el Gobierno de emergencia, creado a raíz del ataque de Hamás del 7 de octubre para gestionar el curso de la guerra, el pasado domingo por discrepancias con Netanyahu a quien le pidió un plan de posguerra para Gaza.
La salida de Gantz fue meramente simbólica, ya que el Gobierno de coalición liderado por Netanyahu cuenta igualmente con la mayoría en el parlamento israelí (la Knéset) sin necesidad de los apoyos de Unidad Nacional. Sin embargo, la determinación de Gantz le benefició en la última encuesta del diario israelí Maariv de cara a unas posibles elecciones anticipadas -que un 57 % de la población apoya-, y le situó por delante de Netanyahu con 27 escaños, frente a los 20 que lograría el Likud.
La actual coalición de gobierno también quedaría por debajo de la propuesta del exgeneral al caer a los 52 asientos -frente a los 64 que suman en la actualidad-, mientras que este se haría con 58 de aliarse con la oposición.
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