El primer ministro británico. | Reuters - James Manning

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Los británicos están llamados de nuevo a las urnas este 4 de julio para repartir los escaños de la Cámara de los Comunes, la columna vertebral de un poder legislativo que tiene como primera gran tarea sostener al futuro Gobierno. Todos los ciudadanos británicos, irlandeses o de países de la Commonwealth que se hayan registrado previamente podrán participar en unos comicios que servirán para elegir a los 650 diputados, repartidos en función de la población de los distintos territorios.

Inglaterra es la zona más representada, con 543 diputados, seguida de Escocia (57), Gales (32) e Irlanda del Norte (18). No se trata de un sistema proporcional ni los partidos presentan listas, sino que Reino Unido se divide en tantas circunscripciones como escaños tiene la Cámara de los Comunes. En cada una de ellas, los votantes eligen a un único candidato, de tal manera que gana el aspirante que más apoyo recibe -'first past the post', en inglés-.

El sistema no obliga a obtener la mayoría absoluta ni establece segundas vueltas, lo que facilita el voto útil y, al menos en comicios previos, ha favorecido que los dos grandes partidos obtengan en las urnas un apoyo mayor al que previamente pudiesen anticipar los sondeos de intención de voto. Los ciudadanos no están eligiendo tampoco al futuro primer ministro, ya que se trata de un sistema indirecto. Los grandes partidos anticipan antes de la votación quién vivirá en Downing Street en caso de victoria, pero su designación final depende de la composición general de la Cámara de los Comunes y, de hecho, si un primer ministro dimite no es necesario convocar nuevas elecciones.

Puede darse el caso, además, que el aspirante oficial a vivir en Downing Street no obtenga escaño, en la medida en que debe jugársela a título individual en su circunscripción de referencia. Sin embargo, ningún primer ministro en el cargo ha perdido nunca el escaño.

¿Por qué el 4 de julio?

Las últimas elecciones generales se celebraron el 12 de diciembre de 2019 y la ley únicamente establece que el Parlamento debe disolverse como máximo cinco años después del arranque de la anterior legislatura. El Gobierno de Rishi Sunak tenía de margen por tanto hasta el 17 de noviembre de 2019 antes de la disolución automática. Sunak decidió no agotar los tiempos y adelantó las elecciones al 4 de julio, aplicando una regla no escrita por la que las votaciones siempre se celebran en jueves. Así ha sido desde el año 1935, pese a que técnicamente podrían tener lugar cualquier otro día de la semana.

El origen en la elección del día ha dado pie a todo tipo de teorías, de tal manera que hay quienes apuntan que se evitó inicialmente convocar el fin de semana para que no hubiese un sobrecoste por el despliegue de trabajadores o se intercediera en otras costumbres como acudir a la iglesia. Asimismo, tradicionalmente el viernes ha sido día de cobro en Reino Unido, lo que ha llevado asociada una mayor actividad social e incluso la percepción de que pueden darse mayores casos de ebriedad.

El papel del rey

Ninguna ley estipula que un monarca no pueda votar en Reino Unido, aunque la Corona británica siempre ha sido especialmente escrupulosa en cuanto a permanecer al margen de la vida política, como dejó claro Isabel II a lo largo de sus más de siete décadas de reinado. El actual rey, Carlos III, que se enfrenta a sus primeras elecciones generales, mantiene esta misma línea, por lo que su papel se limitará a recibir y avalar al futuro jefe de Gobierno. Será el 5 de julio, una vez se hayan conocido durante la noche los resultados en cada una de las 650 circunscripciones electorales.