No hay ningún precedente de que un candidato presidencial abandone su cargo a pocas semanas de una convención. Aquellos que optaron por esta decisión lo hicieron mucho tiempo antes y nunca por sus aptitudes físicas.
Ni los presidentes Harry Truman ni Lyndon Johnson se enfrentaron a serias dudas sobre su capacidad para ser reelegidos, al igual que Coolidge o Theodore Roosevelt. Ellos simplemente decidieron no continuar.
Los Hayes, Buchanan y Polk anunciaron que no optarían a ser reelegidos y sólo desempeñaron un mandato.
Por su parte, el presidente republicano Richard Nixon presentó su renuncia en agosto de 1974 (la única en la historia de los Estados Unidos) ya durante su segundo mandato, por el caso Watergate, una operación de espionaje urdida desde la Casa Blanca contra el Partido Demócrata.
El último presidente estadounidense elegible para postularse nuevamente, pero que decidió no hacerlo, fue Lyndon B. Johnson en marzo de 1968. Con problemas de salud y una creciente oposición a la guerra de Vietnam, sorprendió al país con ese anuncio.
Su entonces vicepresidente, Hubert Humphrey, fue elegido en la Convención Demócrata para enfrentarse a Richard Nixon. Fue derrotado, si bien los demócratas mantuvieron el control de la Cámara de Representantes y el Senado.
El vicepresidente Harry S. Truman llegó a la presidencia de los Estados Unidos tras la muerte de Franklin Delano Roosevelt (1882-1945) en abril de 1945. Ganó las elecciones de 1948 contra pronóstico y luego, ante la pérdida de apoyo popular, anunció que no se presentaba a la reelección en un discurso en 1952.
Un año antes, EEUU había ratificado la 22 enmienda de la Constitución que establece que un presidente no puede ser elegido más de tres mandatos, entre otros puntos, pero se dispuso una cláusula de exención para Truman. Incluso así, él rehusó continuar. Los demócratas eligieron al entonces gobernador de Illinois, Adlai Stevenson, que perdió frente al republicano Dwight D. Eisenhower.
A principios del siglo XX, Theodore Roosevelt y Calvin Coolidge, ambos republicanos, asumieron la presidencia después de un asesinato o una muerte, y ambos optaron por dejar la Presidencia después de cumplir un mandato completo y la mayor parte del otro.
El vicepresidente Theodore Roosevelt (1901-1909) sucedió en la Casa Blanca al asesinado William McKinley y cuando pudo optar a la reelección, declinó presentarse. William H. Taft le sucedió.
El presidente Calvin Coolidge (1923-1929), un hombre austero y de pocas palabras, firmó su famosa declaración mecanografiada de una frase que entregó a los periodistas: "No elijo postularme para presidente en 1928". Aquello le sirvió para poner fin a su carrera y retirarse de la primera línea política. Coolidge había llegada a la Casa Blanca como vicepresidente pero debió asumir la jefatura al fallecer el presidente Warren G. Harding en 1923.
En el siglo XIX, James Polk, James Buchanan y Rutherford Hayes fueron tres presidentes con un elemento en común: asumieron sus cargos prometiendo que no buscarían la reelección, como así hicieron.
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