«Lejos de Roma, en un pequeño pueblo del sur de África, un depredador se centró en mí, un niño de 11 años», contó Gien, barítono con larga carrera operística en Alemania y Europa, un periplo que no le hizo olvidar los abusos que padeció de niño.
Explicó que su abusador se aprovechó de él durante meses, en los que «utilizó elogios, castigos físicos» y «manipulación psicológica».
«Finalmente, en una hermosa mañana sudafricana, me llevó de la mano en un lugar oscuro donde, en un silencio a gritos, me arrebató lo que nunca se le debe arrebatar a ningún niño», explicó ante Francisco sobre un recuerdo que este artista lleva siempre presente.
«Desde entonces, me he visto obligado a caminar con este perpetrador estampado en mi alma durante los últimos 53 años», algo que, aseguró, «es parte de mi ser físico y consciencia, y está tan presente hoy como lo estuvo cuando tuvo lugar la impactante violación».
Además del testimonio de esta víctima de abusos sexuales en una ceremonia en la que está previsto que el Papa pida perdón por los pecados de la Iglesia, también ofrecerán sus testimonios otros testigos que han sufrido el dolor de la guerra o han experimentado la violencia de la migración.
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La religión es lo peor que le ha ocurrido a este planeta.