«Los equipos de Violet llegaron a Damasco con el principal objetivo de inaugurar su oficina en la capital y empezar a brindar ayuda a la gente», señala a EFE Fuad Sayed Isa, director de esta ONG, desde la capital siria tomada por el grupo islamista Organismo de Liberación del Levante tras 24 años de gobierno de Bachar al Asad. Esta ayuda, sobre todo, es «pan y otros productos alimentarios básicos por el cierre de varias panaderías y comercios durante esos momentos, y debido a las necesidades en la ciudad», afirma, junto a un grupo de vehículos de la organización, como ambulancias, que han llegado desde el norte pasando por las ciudades de Hama y Homs.
Esta ayuda comienza a distribuirse en un momento de confusión en la capital, donde también escasea el combustible, y la gente espera a ver cómo es la nueva vida con los insurgentes que han tomado la ciudad, además de un toque de queda impuesto que comienza desde las 16.00 (13.00 GMT) y dura hasta las 5.00 hora local (2.00 GMT).
«La suspensión de servicios y de los centros gubernamentales provoca un estado de necesidad que esperamos que vaya desapareciendo durante los próximos días, pero se necesita ahora esta intervención urgente», asevera. Esta ONG, cuyo origen está en Idlib -el que era el principal bastión opositor en el país- obtiene financiación de varios países de la Unión Europea y del Golfo, entre otros.
Ayuda para los prisioneros
Una de las tareas de esta ONG y de otras que van a ir llegando a la ciudad es distribuir «ayuda urgente, así como dinero en efectivo a las personas que salieron de las cárceles y que intentan llegar a sus familias. De hecho, algunos de ellos se encuentran en las autovías principales de Homs-Damasco, sin poder volver», relata. Sus equipos, que viajan de norte a sur, intentan distribuir ese dinero para facilitarles la vuelta a los presos y que puedan pagar el camino de regreso a su hogar.
Los insurgentes del Organismo de Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham o HTS, en árabe), y heredera de la exfilial siria de Al Qaeda, fueron abriendo las puertas de las prisiones conforme iban dominando las ciudades, en especial de Alepo, Hama y Homs. Pero la más significativa ha sido la de la infame prisión militar de Sednaya. La Defensa Civil siria, conocidos como los cascos blancos, llegaron este lunes a esa cárcel, conocida por el uso de la tortura contra los miles de presos, para rescatar a los detenidos en «celdas subterráneas ocultas». Numerosos vídeos, algunos publicados por el mismo HTS, han empezado a aparecer desde el interior de la prisión, donde se veía a grupos de presos en una misma celda.
La misión de expertos de la ONU que desde 2011 investiga las violaciones de derechos humanos en Siria calificó ayer, domingo, la caída del régimen de Bachar al Asad como «un histórico nuevo comienzo para un pueblo que ha sufrido 14 años de atrocidades» y lo consideró una oportunidad para que se dé paso a una era más respetuosa con los derechos humanos en el país. La nota celebra especialmente la liberación de prisioneros que se ha producido en Sednaya: «Es una imagen que millones de sirios no podrían imaginar hace apenas unos días y es importante que las autoridades actuales se aseguren de que las atrocidades allí no se repitan».
La prisión militar de Sednaya, situada a 30 kilómetros al norte de Damasco (Siria) y que estaba gestionada por la Policía Militar, se hizo terriblemente famosa por el uso de tortura y fuerza excesiva tras un motín de detenidos en 2008, un lugar en los que podría haber entre 10.000 y 20.000 presos, de acuerdo a Amnistía Internacional. Desde el comienzo de la crisis en Siria en 2011, la prisión se ha convertido en el destino final tanto de opositores pacíficos a las autoridades como de militares sospechosos de oponerse al régimen.
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