El 31 de diciembre se celebrará, como cada año, la Festa de l'Estendard, con la que se conmemora la conquista de Mallorca por el rey Jaume I en 1229. El origen de esta fiesta se remonta al siglo XV o XVI y, si bien hoy en día aún se conserva el espíritu y buena parte de la tradición, son varios los elementos que se han ido perdiendo con el paso de los años, como bien explica el cronista de la ciudad de Palma, Antoni Puente.
Así, por ejemplo, actualmente el recorrido que realiza la corporación municipal ha quedado reducido a ir de la Casa Consistorial a la Seu y vuelta, mientras que antiguamente la procesión "quizá la procesión civil más antigua de Europa" partía de la «Sala» y caminaba por las afueras de la ciudad, lo que hoy son las Avenidas, hasta llegar a la calle Sant Miquel. Entonces el obispo daba tres fuertes golpes en la Porta Pintada y ésta se abría. Con ello se simbolizaba la entrada de los cristianos a la ciudad. Al mismo tiempo, un grupo de marineros subían la bandera de la ciudad con un sistema de poleas. Los caballeros acudían en procesión a ver el espectáculo montados en sus caballos engalanados, en colcada.
En la antesala de Alcaldía se conserva el pendón real, que sólo el 31 de diciembre ve la luz cuando es colocado en el centro de la Plaza de Cort.
Junto al estandarte con las cuatro barras de la Casa Real, está guardada la cimera real, construida en cartón piedra y con forma de dragón alado. Su autor es desconocido. En el mismo lugar, se conservan dos mazas barrocas de plata, del siglo XVII, herederas de las antiguas varas con las que se espantaba a la plebe antiguamente, que sólo se sacaban en días de gran solemnidad encabezando a la corporación, si bien no tienen ninguna vinculación directa con la Fiesta de l'Estendard.
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